Ramello, me parecia buena compartirla con todos los que anden dando
vueltas por aqui ya que cada tanto es bueno preguntarse sobre la
realidad y que hacen los medios con ella.
¿No les parece?
Mas en tiempos de las protestas del campo, el reinado el botox y el
bendito Observatorio de Medios importado de tierras venezolanas.....
Creo que es ta bueno para empezar a reflexionar y debatir.
Asi que desde este lugar haremos nuestro humilde aporte.
Abrazo y pueden disentir, pensar, apoyar o lo que sea, mientras que la
neurona se mantenga activa.
Pd: Feliz dia para todos en este 1 de mayo y para que todos podamos
trabajar y hacer lo que nos gusta.
¿Los medios de comunicación
"reflejan" o "construyen" la realidad?
Luego de la propuesta oficial – a instancias de la Facultad de
Ciencias Sociales de la UBA- de reactivar el Observatorio de Medios
contra la Discriminación, los principales diarios porteños
reaccionaron corporativamente y en algunas de sus expresiones trataron
con dureza a profesores y académicos por esa iniciativa. Nunca como en
estos días, la academia y las redacciones estuvieron más distantes.
Por eso DsD presenta hoy una compulsa entre destacados profesionales
para superar la discordia y generar un debate que debería ser
razonable, sincero y sin chicanas políticas.
De izq. a der.: Guillermo Mastrini, Martín Becerra, Adriana Amado
Suárez, Stella Martini y Miguel Wiñazki.
En la reciente polémica entre el Gobierno y los medios por el
tratamiento que éstos le dieron al "lockout" o "paro" agrario, hubo
varias opiniones desde los diarios y las entidades que los agrupan.
Todas ellas defendieron el rol de la prensa asegurando que los medios
"reflejan" la realidad, o bien que funcionan como un "espejo" de lo
que ocurre en el país. De esa manera lo expresaron el editor general
de Clarín, Ricardo Kirschbaum y el adjunto Ricardo Roa; el director de
Crítica, Jorge Lanata; el diario La Nación a través de un editorial y,
a través de un comunicado, la Asociación de Entidades Periodísticas
Argentinas (ADEPA).
Ese supuesto debate acerca de si los medios "reflejan" la realidad
real o son constructores de la denominada "realidad mediática" ha sido
encarado y resuelto por diversas teorías de comunicación hace décadas.
La producción bibliográfica al respecto es abultada. Tanto que para
varios especialistas en comunicación el debate está saldado desde hace
varios años.
Que haya editores y dueños de medios que continúen utilizando frases
como "reflejar la realidad", "periodismo objetivo", "los hechos son
sagrados, las opiniones son libres", "periodismo independiente" o
"periodismo puro" pareciera tener que ver más con criterios de
marketing de la empresa periodística que con una valoración honesta
del trabajo periodístico. Y, en muchas ocasiones, cuando los dueños o
editores de diarios se escudan ante las críticas afirmando que el
medio "refleja la realidad", no lo hacen por ignorancia (ya que en
general tienen todos mucha experiencia y conocimientos), sino para
evitar un debate de fondo: cuáles son los elementos y las limitaciones
del medio para hacer esa "construcción".
En la falacia también caen, muchas veces, aquellos que hacen una
crítica a los medios pidiendo que sean "objetivos" o que "reflejen
bien la realidad", que "digan la verdad" puesto que esas cosas son
contrarias a la esencia de los medios.
Todo esto no implica que, como los medios no pueden ser "objetivos",
den rienda suelta a la inventiva sin relación con lo que ocurre en la
"realidad real". La "objetividad" hoy por hoy, funciona como esas
metas a las que se apunta, sabiendo que nunca se las alcanzará. En la
actualidad, el "equilibrio" en el tratamiento informativo y la mayor
cantidad de fuentes identificables en torno a una noticia conforman el
núcleo central del consenso entre especialistas sobre el manejo de la
información.
Pero esas son consideraciones que hace el DsD -por su cuenta- para
realizar una introducción a esta Zona Dura que no se sostiene en este
preámbulo sino en las opiniones de reconocidos profesores, algunos de
ellos también periodistas.
Con el objetivo de tener mayores precisiones y una mirada autorizada
sobre este tema, Diario sobre Diarios, consultó a seis profesores
especialistas en medios y comunicación. Ellos son (por orden
alfabético): Adriana Amado Suárez (directora de la carrera de
Comunicación Social de la UCES), Martín Becerra (profesor e
investigador de la Universidad Nacional de Quilmes), Stella Martini
(profesora de Comunicación y de Periodismo, Facultad de Ciencias
Sociales, UBA), Guillermo Mastrini (titular de la cátedra Políticas y
Planificación de la Comunicación, facultad de Ciencias Sociales, UBA)
y Miguel Wiñazki (director de la maestría de periodismo Clarín- San
Andrés y editor de la sección "Medios" de Clarín). También se consultó
a Eliseo Verón, quien no respondió el cuestionario.
A todos ellos se les formulo por escrito las siguientes dos preguntas,
que se presentan ahora seguidas de las respuestas de cada uno de
ellos, para facilitar la lectura y enriquecer las miradas. Presentamos
entonces la compulsa:
1) ¿Usted considera que los medios "reflejan" la realidad, o la
"construyen" en base a distintas variables?
Adriana Amado Suárez: Académicamente, las teorías en uso tratan de
explicar las distintas versiones de la forma de construir que tienen
los medios (construyen discursos, versiones, realidades, imaginarios),
en la que coinciden, por lo que deberíamos suponer anacrónica la
versión de la función "reflejo" de los medios. Sin embargo, esta
perspectiva está muy fuertemente instalada no sólo en los medios, que
reclaman para sí los privilegios que tendrían de oficiar como espejo
de la sociedad, sino que está implícita en las voces críticas que
reclaman cierta "objetividad" o un "reflejo debido". En esta línea se
incluyen todas las observaciones que se hacen a los medios en base a
conceptos como "desvío", "distorsión", "omisión". Si como sostiene
Verón, la objetividad es la versión de los hechos que el lector daría
si él estuviera en el lugar del que relata, deberíamos asumir que hay
tantas "objetividades" como interpretantes. Sin embargo, hoy la
discusión sigue anclada en el vínculo del discurso de los medios con
los hechos, cuando sería más productivo estar preguntándonos por la
relación de cada medio con sus interpretantes y si está claramente
explicitado el lugar desde el cual se está construyendo el relato. Las
críticas serían sustentables en los casos en que el medio se postula
como el único portador de la verdad. En la práctica, para ser
consecuente con la perspectiva de la construcción, lo que debería
quedar muy claro para el espectador o el lector es el alcance del
recorte que el medio hace para presentarle esa versión de los hechos.
La responsabilidad de los medios para con sus lectores debería
priorizar la transparencia de la posición que asume al relatar los
hechos, y la humildad en recalcar que eso que cuenta no es la gran
verdad, sino su versión posible (esto es, la que puede dar por
ideología, afinidad, compromisos comerciales, etc.). El problema con
el que nos enfrentamos actualmente es que nadie asume claramente en la
escena pública sus afinidades y todos, a la vez, se presentan como
portadores de la realidad que la sociedad debería conocer. Como si
además fuera posible que, aun habiendo un único mensaje, la sociedad
lo leyera unívocamente, como si se tratara de un gran bloque
interpretante. Y sabemos que eso también es imposible.
Martín Becerra: Los medios reflejan versiones de la realidad. Como en
el cuento de Borges "Del rigor en la ciencia" en el que el arte de la
cartografía había logrado una perfección tal que el mapa de una sola
provincia ocupaba toda una ciudad, es desatinado postular que los
medios reflejan todo cuanto acontece. En rigor: los medios recortan
porciones de la realidad y las re-presentan ante su audiencia. Esa
re-presentación no es aséptica, no puede serlo. Más de mil años, desde
Platón hasta hoy, permiten aseverar que la designación de las cosas
nunca es neutra, que el enfoque de la realidad jamás es imparcial, que
en la selección de las fuentes y de los testimonios hay tendencia. La
representación de algunas porciones de la realidad merece estudiarse
en relación con aquellas que no son representadas por los medios. Lo
que aparece en ellos y lo que es omitido (por criterios de
noticiabilidad siempre falibles), construye a su vez un marco de
agenda que instala unos temas y valores determinados, en detrimento de
otros.
Stella Martini: Hace más de 50 años que en todos los tratados sobre la
noticia y en todas las carreras que forman periodistas se afirma que
la noticia es el relato de un hecho, esto es, una versión, una
construcción de un hecho. En las declaraciones de varios medios y
periodistas aparece una oscura interpretación que identifica
construcción con difamación o manipulación, como si la noticia fuera
un producto "natural" alejado de todo artificio o tarea especializada
(ergo, no existirían o no necesitaríamos periodistas). Piénsese por
ejemplo que, en la historia de la investigación de los medios de
comunicación, el paso de un modelo lineal nacido en las primeras
décadas del siglo XX y que afirmaba un efecto inmediato de los
productos mediáticos sobre conductas y actitudes de los individuos a
otro no lineal de la comunicación que sostiene que se trata de efectos
acumulativos sobre los sistemas de conocimiento de los individuos
favorece a las empresas de medios y al periodismo porque les quita el
"peso" de ser únicos responsables de ciertas conductas sociales, tal
como señala el italiano Mauro Wolf (1989: 158- 159) asesor de la RAI
hasta su muerte hace unos pocos años. Construir es hacer, la noticia
se hace, es el modo "pedagógico" o mejor dicho cognitivamente
accesible para que los individuos podamos conocer la diversidad,
simultaneidad y densidad de un sinnúmero de hechos que no siempre
suceden de forma ordenada y en un mismo espacio. Todos los medios
reconocen que seleccionan lo que publican de un conjunto heterogéneo
de acontecimientos según ciertos criterios de noticiabilidad y según
su público e intención editorial y a partir de ella hacen la crónica.
No hay objetividad absoluta posible porque por ejemplo lo que es
relevante para un diario y es noticia de tapa no lo es de igual manera
para otro (piénsese en que "Dramático: madre degollada", en la tapa de
un diario denominado popular, no aparecería en la denominada prensa
seria o de referencia); o que por lo general nuestros medios informan
escasamente sobre las provincias, o que América Latina no suele ser
agenda en los medios europeos, entre tantas otras verificaciones que
no podrían reducirse a que en las provincias argentinas o en América
Latina "no pasa nada". La construcción, que no es una "mala palabra",
dice de la misma índole de la tarea periodística. Si la noticia fuera
el "espejo" de la realidad no necesitaríamos más que un diario, una
estación de radio y otra de TV y no existirían las luchas por el
rating, por la imposición de un diario. Porque no existe el
pensamiento único, porque vivimos en un sistema democrático. De modo
que nadie puede sin pecar de megalómano pensar que es poseedor de toda
la verdad, o dicho en otros términos, la objetividad es imposible. Se
espera que exista una ausencia de prejuicios y una cierta distancia
con los acontecimientos: esa es la objetividad periodística. Y es lo
que está en las afirmaciones por ejemplo de los manuales de estilo de
diarios como Clarín (1997) y Perfil (1998): que las noticias sirvan a
la sociedad cumpliendo con las condiciones de "precisión, integridad y
equidad" ya que "una noticia no es sólo el hecho o el acontecimiento
en sí, sino su reconstrucción" (Clarín, 197: 22) y sabiendo que "toda
verdadera información es interpretación" por lo que "un diario es como
una fábrica que refina y transforma informaciones" donde "con
informaciones inéditas se construye la realidad. Todo buen periodista
es un partero de informaciones" (Perfil, 1998: 32, 33 y 38). La idea
de objetividad se constituye cultural e históricamente en una
sociedad: es decir que hay un cierto consenso sobre el proyecto de
país, de vida cotidiana, de futuro personal que se comparte y que de
algún modo se mide en la voluntad que se expresa en las urnas. La
presunción de objetividad está en la índole misma de la profesión y en
la ética que la anima y se traduce en el intento de tomar distancia
del hecho a cubrir y de dejar de lado los propios prejuicios e ideas
partidarias en el momento de hacer la noticia. Porque la noticia es un
género del gran conjunto que es la comunicación social que está
constituida por diversas, similares y hasta contradictorias versiones
de lo que pasa o ha pasado. Justamente, es propio de los medios de
comunicación ordenar el mundo publicando versiones que se ajusten del
modo más exacto posible a la realidad de los hechos y haciendo conocer
todas las versiones y/o voces implicadas. La noticia es una
construcción porque la realidad es una construcción social o sea que
los individuos (y las instituciones y los emprendimientos y
asociaciones y hasta los estamentos familiares) son los que producen
los hechos de la realidad, algunos de esos hechos son noticia, son
construidos por los medios a través de la selección de los mismos, de
la relevancia que cada medio le otorga, de los modos de decir la
noticia, diseñar una tapa, poner una primicia en el aire o usar el
vivo televisivo. Sirva también de muestra el que los más de los 50
periodistas de los grandes medios que entrevisté junto a Lila Luchessi
para el libro Los que hacen la noticia. Periodismo, información y
poder afirmaron casi sin variaciones que el periodismo es un servicio
público y que su vocación primera es la de informar correctamente a la
población y defender la democracia. Y en ninguno de ellos apareció una
reacción negativa acerca de preguntas sobre cómo se construyen las
noticias y las agendas.
Guillermo Mastrini: Desde mi punto de vista hay una combinación de
ambos factores. De alguna manera puede decirse que los medios producen
un determinado recorte de la realidad. Son observadores y a la vez
narradores de hechos. Y como no puede ser de otra manera, todo
observador lo hace desde un punto de vista, y todo narrador incorpora
su subjetividad en el relato. De esta forma se puede decir que hay una
construcción de la realidad. Es decir que hay una mirada particular
sobre un hecho social.
Ahora bien, los medios no crean los hechos sociales. Hay una dinámica
social que permanentemente produce hechos. Además la sociedad ha
constatado que una manera de alcanzar visibilidad social es a través
de los medios de comunicación. Dado que lanzar un periódico o montar
una estación de radio y televisión suele ser complicado y demasiado
oneroso, la sociedad produce actos con el objetivo de que los medios
recojan esa información. Pero lo que es claro es que son los medios
los que elijen que temas cubrir y sobre todo desde que ángulo.
Las teorías modernas señalan la capacidad de los medios de establecer
una agenda de temas que se priorizan en la información, llamada agenda
setting.
Además hay que considerar que los medios de comunicación como empresas
que son tienen intereses económicos y políticos que defender. En ese
sentido la línea editorial del diario no puede interferir con sus
propios intereses. Este hecho podría considerarse lógico, dichos
intereses deberían ser claramente explicitados en aquellas noticias en
las que informan sobre cuestiones que los afectan. Quienes leen un
periódico no tienen porqué conocer, y de hecho en la mayoría de los
casos no conocen, los intereses económicos cruzados que atraviesan una
información. Un diario que sea propietario de la mayor empresa de
cable, al referirse al sector telefónico, debería explicitar que en
estos momentos la convergencia hace que ambas economías tienden a
entrelazarse, y por lo tanto dicha información afecta directamente sus
intereses. De esta manera el lector puede tener una mayor capacidad de
análisis de la información.
Si no se toman recaudos vinculados a una ética periodística, no sólo
hay construcción sino que además hay manipulación de la información.
No me refiero con esto a manipulación de las conciencias, sino a la
construcción de la noticia con un sentido determinado no explicito,
que va mas allá de la mera información.
Miguel Wiñazki: La configuración propiamente noticiosa de la realidad
es un flujo de representaciones activas. Ni pura y absoluta
construcción, ni mero reflejo.
La representación es una exhibición mediada por una maquinaria comunicacional.
El Google Earth es un buen ejemplo. No es lo mismo el Himalaya in
situ, que visto a través del Google Earth, pero Google exhibe
virtualmente al Himalaya y no otra cosa, cuando eso es lo que se
pretende ver. Si el internauta escribe Buenos Aires en el buscador y
adviene Estambul a las pantallas, el fraude no será tolerado por quien
busca.
El Google Earth es un ejemplo de representación automática, virtual e
informacional del espacio. Es un vehículo de cierta especie de
periodismo robótico. Un medio manejado al fin, por cada usuario que lo
transita.
Los diarios, que hoy ya son híbridos impresos y digitales, generan
información desde determinados ángulos y perspectivas. Son mapas
informacionales de territorios materiales, que se vuelven territorios
mediados por el ojo mediático.
El mero "relato", en cambio, es una especie de mapa sin territorio.
Por ejemplo: desplegar una crónica sobre los avatares de la vida del
perro de una estrella de la TV es un modelo comunicacional lúdico, en
el que emisores y receptores saben que ese relato es autónomo de todo
territorio originariamente noticioso.
En cambio, si estalló una bomba y hubo muertos y heridos, debe haber
representación, y no mero relato sobre la nada.
Si una bomba estalló en la AMIA, un medio periodístico no puede
afirmar que no ha estallado. El acontecimiento se impone.
La representación periodística, es un proceso vivo de exhibición con
palabras, sonidos, imágenes e infografías, de lo que sucedió y lo que
sucede, así como el Google Earth muestra la tierra, y configura para
su aparición en las pantallas.
Por cierto, hay siempre un inmenso campo de la realidad que no aparece
en los medios. Pero la revolución tecnológica permite desocultar cada
vez más flancos antes oscuros. Las audiencias existen, actúan e
interactúan con los medios. Las audiencias son el observatorio
mediático esencial.
El usuario puede acceder a la información, viéndola, oyéndola,
leyéndola en papel, mirando la televisión o navegando por Internet por
los espacios por los que quiere navegar, observando el espacio desde
distintos ángulos y enfoques.
Los medios otorgan miradas en perspectiva sobre los hechos que a la
vez se asocian o confrontan de pronto con las miradas y perspectivas
de sus usuarios. Las perspectivas son disímiles, y las miradas
también. Pero es esa la riqueza del periodismo: el conflicto de las
interpretaciones relativas a los hechos representados.
2) ¿Cómo cree que podría abordarse esta discusión (mediante un debate
de especialistas, un observatorio de medios, etc)?
Adriana Amado Suárez: La discusión hoy pareciera estar centrada en ver
quién va a imponer su posición, si los medios, los periodistas, los
académicos, el gobierno, el estado. Esta disputa parece olvidarse que
el derecho a la comunicación implica sólo parcialmente el derecho de
expresión, que es el que defienden la mayoría de los medios al
ratificar la versión de los hechos que han presentado. También implica
el derecho a la información, que es el que tienen los ciudadanos de
recibir todo aquello que necesitan conocer para tomar sus decisiones.
Entonces la discusión debería alejarse de quién refleja mejor una
hipotéticamente única realidad, sino si todos los ciudadanos hoy
contamos con una pluralidad de medios suficiente como para que todos
los grupos sociales encuentren la lectura de la realidad que más se
les parece. Y la otra gran pregunta es si todos los medios cuentan con
igualdad de condiciones para realizar su tarea, esto es, si todos
tienen el mismo derecho de acceso a la información pública, si tienen
las mismas facilidades para producir información, si tienen igualdad
en el acceso a las condiciones tecnológicas de difusión. Es decir, si
es derecho a la comunicación se respeta hoy plenamente en la
Argentina, considerando los derechos de opinión, de expresión, de
información, y de acceso a los medios y tecnologías de la
comunicación. Desde esta perspectiva, está más claro que hay una
enorme inequidad a favor de unos pocos. Y acá se echa de menos la
acción del estado protegiendo a la ciudadanía en su conjunto. Quizás
estamos demasiado decepcionados al ver en los 25 años de democracia
acciones de gobiernos respondiendo a intereses coyunturales de unos
pocos medios. Ni unos ni otros han contribuido para la consolidación
de una ciudadanía comunicativa plena, al menos no hay hitos
destacables en este sentido, y en cambio sí tenemos una cronología de
sucesos que están abiertamente en contra de un sistema democrático de
comunicación.
Martín Becerra: La discusión debe ser pública y sin tabúes: los medios
forman parte de la cultura de la sociedad (interpelada de modo
constante por flujos mediáticos convergentes) y el espacio público
debe poder interrogarse acerca de su funcionamiento sin que nadie
tenga prerrogativas. Es ilógico que en una democracia se pueda hablar
de todo menos de los medios. En Francia, Alemania y España hay
instancias creadas por el Estado que son independientes de la gestión
(contingente) de gobierno, que observan el funcionamiento de los
medios como estrategia de progreso. El Consejo Superior del
Audiovisual francés, por ejemplo, tiene incluso poder de sanción. Lo
medular es que estas instancias sean plurales e independientes del
gobierno. Pueden estar integradas por políticos de distintas
extracciones, de diferentes provincias (garantizando participación
federal), por especialistas en comunicación social (no es por sesgo
corporativo si afirmo que en la Argentina existe un divorcio entre el
sistema comercial de medios, el estamento político que emite
regulaciones, y la academia), por representantes de la cultura. Estos
integrantes, en algunos países, requieren de la aprobación de los dos
tercios del Parlamento para garantizar su criterio plural. Creo que no
es casual que en los casi 200 años de historia argentina no existan
ejemplos como los de los países europeos, de entes públicos no
gubernamentales que regulen el funcionamiento de los medios:
sencillamente, en una mirada cortoplacista característica de nuestro
"ser nacional", tanto para el estamento político como para los
operadores comerciales de los medios, resulta más ventajoso negociar
(y pelearse, que es parte de toda negociación) en una mesa chica antes
que ceder atribuciones al espacio público.
Stella Martini: No me parece que la discusión que se ha hecho pública
en los últimos tiempos es sobre el concepto de noticia, aunque así
haya sido planteada por algunos medios que sostienen que sólo
"reflejan" la realidad: se trata en lo inmediato sobre los problemas
derivados de su construcción, esto es, los modos de simplificar hechos
y problemas complejos y de calificar a los diferentes actores y
sectores sociales y de desinformar afirmando que son los medios los
únicos capaces de explicar el mundo. Aunque creo que no hay una sola
manera de abordar esta discusión, la propuesta de un Observatorio que
se hizo pública recientemente es coherente y consistente. Lo cierto es
que imprescindible hacerlo porque la labor de posibilitar el acceso al
conocimiento de la realidad implica una muy alta responsabilidad
social. En un país en que la libertad de prensa está garantizada y
donde no hace falta explicar que los medios publican sin censura, las
opiniones divergentes no constituyen censura alguna sino un modo de
completar el cuadro de los datos sobre todos los acontecimientos
sociopolíticos y el ejercicio de la libertad de expresión que no es
exclusivo de los medios de prensa. En tal sentido, considero que la
discusión debe incluir a instituciones estatales y gubernamentales, a
través de los organismos competentes- desde el COMFER hasta el INADI-,
especialistas en el área pertenecientes a instituciones públicas, y
miembros de las diferentes agrupaciones gremiales del periodismo. El
Estado tiene sus instituciones con roles definidos y públicamente
conocidos; los gremios de prensa han declarado históricamente su
compromiso ético con la sociedad, y la trayectoria de las
universidades públicas- ya que no sólo la UBA participará de tal
instancia- aportará la mirada crítica desde la ciencia, que tiene su
focalización política pero no partidaria, plural, toda vez que las
universidades públicas son estatales y no gubernamentales y su misma
trayectoria y estatutos así lo avalan. Justamente, desde esa
convicción se manifestó la Facultad de Ciencias Sociales de la
Universidad de Buenos Aires, a través de su órgano superior, el
Consejo Directivo- elegido democráticamente entre los claustros
docentes, de graduados y de estudiantes- por la responsabilidad
científica que la constituye como alta casa de estudios y por su deber
implícito de transferir sus saberes y los resultados de sus
investigaciones a la sociedad. La instancia para discutir y monitorear
los productos noticiosos es un servicio público. Cualquier otra
implicancia que se pretenda atribuirle niega la vigencia del derecho
de los pueblos a la información plural y del derecho a ser sujetos de
la información de modo equitativo y no discriminatorio.
Si, como anoté arriba, la información hecha noticia es una versión de
los acontecimientos, toda versión que hace a la comunicación pública
debe, puede y necesita ser leída con atención y capacidad crítica para
asegurar que los individuos sean ciudadanos plenos y no simplemente
"gente" o "público", para lo cual necesitan todas las versiones de la
realidad, datos imprescindibles para la reflexión y formación de
opinión, y por tanto para su real participación, que va más allá del
"sí" o el "no" y para que ciertas conductas sociales no debiliten la
democracia, en la confusión de personas y roles institucionales. Los
medios son parte del empresariado nacional y hacen negocios con sus
productos, hecho cuya discusión está fuera de la cuestión: el problema
es que no se trata de cualquier mercancía. Quizás uno de los problemas
mayores radique en confundir acciones diferentes: hacer conocer la
realidad y hacer oposición y/o hacer denuncia y hacer denuncismo,
intentando ejercer un equivocado rol de cuarto poder. Por otra parte,
se podría argüir que si los diversos tipos de consumo están en el ojo
de instituciones públicas y privadas, es natural que lo sean
igualmente las noticias, y cito el Manual de Estilo de Clarín que el
mismo diario define como "oportunidad más de difundir nuestro
compromiso con la sociedad… de esta manera queremos ofrecer más
elementos para transparentar nuestro trabajo y para que nos puedan
juzgar por él y pedirnos cuenta" (1997: p.16).
Guillermo Mastrini: Uno de los debates del periodismo de hoy es quien
controla al controlador. Si durante muchos años se considero al
periodismo como el perro guardián que controlaba a los gobiernos, la
pregunta hoy es quien controla que el ejercicio de la libertad de
expresión, que debe garantizarse de forma ilimitada, no genere abusos.
Especialmente cuando el sector de los medios de comunicación ha
sufrido un fuerte proceso de concentración que ha reducido enormemente
las opciones disponibles para el consumo mediático.
En este sentido un Observatorio de medios, que pueda opinar sobre el
accionar de los medios de comunicación no parece una mala opción. Por
supuesto, que no debería quedar acotado al ámbito gubernamental, sino
que seria sumamente oportuno que el mismo cuente con la mayor
participación social.
Otra opción son los debates de especialistas e incluso los propios
consejos de la prensa, ámbitos de autorregulación que suelen existir
en varios países del mundo. Pero para que esto tenga sentido es
preciso que puedan darse debates serios que trasciendan la defensa
corporativa del sector de la prensa.
Y no se puede renegar nunca de la capacidad de intervención del
Estado. No para restringir la libertad de expresión (como a veces
proceden los gobiernos) sino para garantizarla mediante la
constitución, las leyes y la justicia. Pero para garantizar que esa
libertad pueda ser usufructuada por el conjunto de la ciudadanía, no
sólo por los profesionales de la comunicación.
Miguel Wiñazki: La cuestión debe abordarse permanentemente. Este es un
tiempo fantástico de transformación mediático, y existe un espacio
interior a los medios y otro exterior y vinculado a ellos, desde donde
debatir lo que en ellos acontece. Todo debate argumental es útil y
necesario. Y los Observatorios son imprescindibles, diría, como
estructuras organizadas para comprender a los medios, para cuantificar
sus errores, para comparararlos entre sí. El concepto de Observatorio
proviene como sabemos de la astronomía. Mirar científicamente a las
estrellas y al cielo requiere de un minucioso trabajo. Lo mismo cabe
esperar de los Observatorios de Medios. Son útiles aquellos que
substancian sus observaciones con rigor, y son menos útiles los que se
amparan en el declaracionismo conceptualista, que no analiza y compara
a los medios, y que sí pontifica sin substancia.
A la vez, está el ámbito académico vinculado al análisis mediático:
las carreras de grado y de posgrado en comunicación. Allí, a mi juicio
es necesario articular la esfera conceptual con la pragmática.
Aprender, aprender y enseñar las diversas teorías de la comunicación,
y aprender, aprehender y enseñar como se hace cada día periodismo en
una redacción.
La crítica de la razón mediática requiere conocer a Habermas, y
también saber hacer un epígrafe.
Me parece que CONSTRUYEN la alienación humana. por suerte existen los blogs...
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