Parte de lo que el gran escritor galo dijo hace pocos días, el último enfant terrible de la cultura francesa denuncia la falta de apoyo para financiar la versión fílmica de su novela "La posbilidad de una isla".
Lo publicó originalmente la revista francesa Technikart y el diario Crítica fue el primero en traducirlo en los medios argentinos.
Odios y egos que abundan en todos lados y para que vean que tenemos algo en común con el pobre Michel, no la hubiera pasado muy distinto si viviera en Córdoba en donde esas cosas pasan muy a menudo en relación al financiamiento, otorgamiento de becas, subsidios y cargos académicos y culturales.
A ver que dice este provocador, buen domingo mientras esperamos ver la película protagonizada por el hermoso Benoît Magimel y según el trailer y algunas pocas imágenes la cosa promete.
Lo que usted dice en el informe de prensa: "Soy sinceramente odiado
por casi todo el mundo cultural en Francia".
–Es la verdad. Sí, sí. No entiendo por qué la gente prefiere odiarme.
Tengo cuatro experiencias consecutivas que lo prueban: no tuvimos, con
Philippe Harel, ayuda del Centro Nacional de Cinematografía, para
Ampliación del campo de batalla. Después tampoco lo ayudaron para Las
partículas elementales, proyecto que tuvimos que abandonar, al final
lo hizo un alemán. Y yo tampoco lo logré para La posibilidad... Y
todos los proyectos de teatro a partir de mis libros que hayan sido
sometidos a una comisión de evaluación fueron rechazados.
–¿Por qué el mundo del cine no quiere darle un lugar?
–No, no, no. Me odian. Los tres primeros ejemplos que le di conciernen
a un realizador experimentado, Philippe Harel. En cuanto a los
proyectos de teatro, también eran experimentados. El origen del
problema, entonces, es mi nombre. Hay un solo sector de la cultura en
donde soy bien visto: el del arte contemporáneo. La bienal de arte
contemporáneo de Lyon le aportó una subvención a la película.
–Pero los poderosos del ambiente cultural francés, Laure Adler,
Phillippe Sollers, Jack Lang, Angelo Rinaldi, Bernard-Henri Lévy,
Frédéric Beigbeder: todos lo adoran.
–Eh, sí, pero ahí, ahí estamos cambiando de registro. Ellos no dan
subvenciones. Todas estas personas tienen ideas sobre mí, bueno, son
poderosos, están en el juego, se posicionan. Phillippe Sollers, apenas
me atacan, ya se borra. Por el contrario, cuando estoy en una posición
de fuerza, se pone muy afectuoso. BHL es mucho más coherente en sus
posiciones. Todos son distintos. A Frédéric (Beigbeder) lo quiero
mucho. Es un poderoso cercano, entonces, no nos haríamos mal.
–¿Es irritante cuando uno llega como "star" de las letras?
–Y sí, puede serlo. Yo no estoy acostumbrado a pelearme. Pero no soy
un tipo muy susceptible.
–¿Fue irritante que no lo hayan tenido en cuenta en Cannes, pese a la
reputación cultural de la "marca" Michel Houellebecq?
–No, no me sorprendió. Lo que es raro en Francia es que los autores,
desde siempre, se obstinan cada tanto en hacer películas. El mundo del
cine no me quiere.
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