miércoles, 23 de julio de 2008

Recomendación de miércoles: reveer un clásico del cine o simplemente descubrirlo

Una posibilidad de ver una película única y que nos trae de nuevo a un
director magnífico.
La cita es hoy a las 23 horas en Isat, el ciclo Primer Plano ( uno de
los mejores ciclos de cine del cable en estos momentos) donde se puede
revisitar o descubrir esta película que aborda la cuestión de la
identidad, de las causas y los azares.
Para verla y disfrutar.
Aquí un comentario crítico para ver de que va la cosa.
A disfrutar ya que esto es cine en su verdadera magnitud.
Y el plus del comentario de Alan Pauls que es para escucharlo.

La doble vida de Verónica
por Udo Jacobsen

La doble vida de Verónica es sin duda una de las más bellas películas
que se hayan hecho. Kieslowski nos coloca frente a un universo
tremendamente ambiguo, pero al mismo tiempo significativo en un nivel
al que pocos realizadores han podido acceder: el de la pura intuición
del espectador. Maravillado ante las imágenes al espectador lo guía un
invisible hilo de Ariadna en medio de este laberinto de "más o menos"
y "no sé qué" (según los términos que Calabrese utiliza para
caracterizar el neobarroco).

La historia nos presenta el paralelo (aunque no mediante esta
estructura) entre dos Verónicas (Weronika y Véronique) que viven en
dos ciudades distintas (Lodz en Polonia y Clermont-Ferrand en
Francia). Son físicamente iguales, pero pertenecen a dos mundos muy
distintos. Sólo la casualidad hará que Weronika vea a Véronique cuando
ésta visita Cracovia, y sólo después Véronique notará la existencia de
Weronika gracias a una fotografía. Pero será, de una manera
indescriptible y casi mágica, la muerte de Weronika la que establezca
el vínculo definitivo entre ambas.

Kieslowski nos habla del doble, pero no de la manera habitual. No se
trata ni del reflejo invertido de una ni de las dos partes de un todo
que urgen por su unión. La unión existe y la inversión también, pero
no hay un camino que haya de recorrerse para encontrarse ni la
inversión responde al negativo, tan habitual en este tipo de
historias. Pareciera ser que sólo el conocimiento de la otra
constituye la toma de conciencia del sentido de la vida.

Kieslowski tematiza lo extraño de la situación a través de múltiples
planos que nos muestran el mundo a través de cristales, espejos o
reflejos, como si el mundo mismo no fuera otra cosa que un prisma de
realidades cambiantes. De hecho, podríamos pensar en que el mundo
trata realmente de eso, de que existen puntos de vista y que ninguno
de ellos forma una única realidad, a no ser por la mediación de la
razón que intenta ordenar el mundo para hacerlo comunicable a un
cierto nivel.

El mundo de las verónicas no es, sin embargo, un mundo racional. Nada
más lejos de una historia intelectual, La doble vida de Verónica, nos
enfrenta a las sensaciones, a lo indefinible, a lo extraño y
melancólico. Pocas películas pueden exhibir tan claramente este nivel
de comunicación, tan alejado de las normas al uso, fuera de los
cánones que nos remiten a respuestas emotivas inmediatas, en las que
la mayor parte del cine cae en su afán de obtener un reconocimiento
sobre un terreno ya trazado.

No cabe duda de que Kieslowski es una de las figuras más importantes
de la historia del cine, pero lo es porque podemos reconocer la mano
de un artista que gentilmente guía a sus personajes (aun en las
historias más terribles) tal como lo hace el titiritero en una de las
escenas más sublimes de la película.

Por último, hay que mencionar el aporte de la música de Zbigniew
Preisner, tan en el tono general del film. Música tematizada en la
historia, refleja también una concepción de belleza que pocos pueden
mostrar en la actualidad.

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