Un escritor de aquellos venido de una tierra bella y única en este continente: Colombia.
A ver como piensa don Alvaro y a buscar sus libros urgentemente como así tambien los de Laura Restrepo y Fernando Vallejo para ver lo que nos ha dado aquel bello país en materia de escritura, pasión y literatura despues del realismo mágico y de las bellas obras de Gabo. No sólo es la guerrilla, Uribe, Ingrid, las Farc y ese culebrón mal hecho.
Estos escritores si saben contar historias bellas, poéticas y más verosímiles.
Y uno las disfruta más.
Buen domingo y si quieren saber más del tema que aquí Mutis habla a leer la revista Ñ de donde se saco esta entrevista.
Alvaro Mutis: "La literatura no tiene función social"
El narrador y poeta colombiano dice que la novela "acompañará al hombre hasta su último día".
Datos de Mutis
Bogotá, 1923
Publicó su primer libro en 1948 (La balanza) y se destacó con Los elementos del desastre (1953). Su obra se integra con Reseña de los hospitales de ultramar; Los trabajos perdidos, Suma de Maqroll el Gaviero, y Crónica regia y alabanzas del reino. Escribió las novelas La mansión de Araucaíma" y Un bel morir, entre otras. En 2001 recibió el Premio Cervantes.
¿Cómo se llevan la literatura y la sociedad de la información? ¿La tecnología ha menoscabado a la literatura?
Yo desconozco por completo las computadoras. No he tocado una en mi vida. Sé por mi nieto, Nicolás, que existe en Internet algo llamado Wikipedia, donde está todo: desde lo más banal hasta lo más sublime; para mí eso tiene algo de ciencia ficción. Creo que frente a esto la literatura tiene su camino marcado, acompañando al hombre desde hace milenios. Todo esto que llaman la informática, todos estos aparatos, poco tienen que ver con el fomento o el incremento de la literatura. La literatura nace del hombre en una forma completamente natural, hay grandes vacíos en las épocas, hay siglos, a veces, en donde sólo dos o tres obras vale la pena que continúen existiendo, y esa es la literatura, es un don del hombre que no está sujeto a ninguna suerte, ni a ninguna mecánica. Ahora bien, en nuestra época, siento que hay contra la literatura una serie de medidas y de sistemas, que alejan el interés del creador literario de la verdad que tiene que decir, y lo colocan en un camino de una palabra que yo detesto, que se llama éxito.
¿El mercado impone sus criterios, entonces?
Totalmente. Pero, la literatura seguirá existiendo. Siempre he dicho que lo último que hará el hombre sobre la tierra, cuando el planeta desaparezca gracias al sobrecalentamiento que está sucediendo con una fuerza impresionante, será decir unas palabras muy semejantes a un poema, un trozo de poesía para despedirse del mundo. Y hablo de un poema porque la condición de la poesía es decir una parte de nuestra más secreta y más profunda visión del universo y de la gente, de los hombres, de nuestros hermanos; decirlo en una forma que no se parece en nada a todos los otros medios de comunicación: a partir de sus propias entrañas, en lo más íntimo, y que sea verdad.
Hablaba recién de un mercado exitista. ¿Ese tipo de mercado forja lectores alérgicos a la escritura sofisticada?
El mercado es un accidente que tiene que sufrir la creación literaria que se convierte en libro. Yo, por ejemplo, mis libros los imagino y los sueño como personas; y de pronto, pienso: "Ay, mis pobres libros, en los estantes de las librerías, y muuuuuy de vez en cuando, en las vitrinas, pobres, ¿qué harán?, ¿cuándo llegará un lector que los recoja y se ponga en relación con ellos?". Están sujetos a una serie de eventualidades que yo ya no puedo controlar, ni me interesa controlar. Que caminen ellos.
¿Existe para usted una función social de la literatura?
No, en absoluto. La literatura no tiene ninguna función social. Eso es uno de estos inventos –a partir del siglo XIX– que transforman y deforman la noción de la literatura. La literatura –insisto– es una visión muy personal, muy íntima del hombre, del mundo y de sus hermanos, de sus semejantes. Esto no tiene función social ninguna. Los críticos y la gente interesada en darle al arte ese camino de la función social, se la colocan, se la imponen, pero nunca van mucho más lejos de lo poco que ellos pueden alcanzar respecto a algo que no es una verdad. La literatura tiene su propia vida, tiene su propia razón de existir y nada más. No está ni para rescatar al hombre ni para hacer mejor la vida del hombre ni para hacer mejor la vida de la sociedad.
Ni hablar entonces del compromiso en sentido sartreano...
¡No, por Dios! Eso ya es un juego totalmente falso y totalmente interesado de las fuerzas políticas de uno y otro lado para apropiarse de la literatura y ponerla de su lado. Pero no hay literatura de izquierda, ni hay literatura de derecha. Mentira. El arte tiene su propio territorio, que es al margen.
Usted ha trabajado en el mundo del cine y ha estado relacionado también con la televisión. A veces, en estos tiempos en los que lo audiovisual manda, uno tiene la sensación de que el relato pasa por lo audiovisual, de que son el cine y la televisión los que nos están contando el mundo.
No, yo no estoy de acuerdo con esto. De todas maneras, y siempre, tanto el cine como la televisión, el convertir en imágenes las páginas de un libro, de todas maneras, lo están deformando y están dando una versión limitada. Nunca he visto una película basada en una novela que tenga realmente en su esencia, que ver con la película.
Me refería, en verdad, no a las adaptaciones que se hacen a partir de una obra literaria sino a los relatos que arman el mundo, el cine y la televisión. ¿A usted le parece que la literatura sigue teniendo una capacidad de contarnos la vida más profunda, más intensa que lo audiovisual?
Hay películas excepcionales, pero eso no es literatura, eso es cine, es otro mundo, son otros elementos para poner presentes estas visiones, sensaciones y emociones de un ser humano. Lenguajes diferentes.
Así como en algún momento se dictaminó la muerte de las artes plásticas, se ha trazado más de una vez la partida de defunción de la novela. ¿A usted le parece que hay algo de verdad en eso?
Mire, se está haciendo de todo por dejar la novela de lado y reemplazarla por toda una serie de artilugios electrónicos o como se les quiera llamar. La novela seguirá acompañando al hombre y seguirá siendo la voz del hombre, de sus intimidades, de sus obsesiones, de su visión de una realidad que es de él, y exclusivamente de él. Esto acompañará al hombre hasta su último día. Novela habrá siempre.
¿Por qué?
Porque, sencillamente, el hombre necesita, a fuerza, si tiene el don y las condiciones de escribir, dejar testimonio de sus obsesiones y de su visión del mundo y de su paisaje privado. Y de hacerlo con imaginación. Se crea un mundo diferente. Hay una realidad que ha creado el novelista –o el poeta también, en el camino de la poesía, y en las condiciones de la poesía–, pero es un cuadro de emociones, de visión del mundo, totalmente personal y creado a fuerza de imaginación. .
¿Quiénes le parecen a usted, dentro de las nuevas generaciones, que marcan de alguna manera el rumbo de la literatura que vale la pena seguir de aquí en más?
Mire, no me atrevo a contestarle la pregunta con ningún nombre propio. Porque ésa es una aventura y un riesgo que no quiero correr. No sé. No sé. Yo sé que Vargas Llosa, que García Márquez, que Juan Rulfo, desde luego, ya pertenecen a la gran herencia de las letras del mundo. Bueno, muy bien. De los que siguieron, todavía no me atrevo a decir nada.
Pero los tiene vistos y los está...
No.
¿No?
No, no, no. Se me confunden, se me borran...
Pero en todo caso, ¿qué es lo que le parece que vale la pena? ¿Cuáles serían las características de las novelas que usted distingue?
Que cuenten y digan la verdad de esa ficción; que no estén escritas para probar una tesis política, para probar la verdad de una experiencia sentimental. No. Que no estén escritas para mejorar la vida de nadie. Ellas tienen que tener su propia condición y su propia vida.
¿Proponer un universo propio?
Exactamente.
Leí por allí que no le gusta la palabra intelectual, ni que lo llamen intelectual.
Ay, no. ¡Por Dios!
¿Por qué?
No, porque eso se volvió ya en el mundo una especie de enorme rebaño de personas que van detrás de las letras, y que finalmente no tienen nada que ver con ellas, en el fondo. Yo soy un escritor y punto. Y ya es mucho. A veces me entran dudas de mí mismo. Pero, en fin.
¿Por qué le entran dudas y qué se dice en esos momentos?
A veces en que abro un libro mío y digo: "Ay, esto no tendría que haber sido escrito así. Ay, por qué no puse primero a esta persona y después...". Pero bueno, esa es otra historia.
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