viernes, 11 de julio de 2008

Pablo Suarez llega al Caraffa para soreprendernos

Sin lugar a dudas una de las muestras del año desembaraca hoy en Córdoba, ideal para descubrir a uno de los artistas mas talentosos que hemos tenido en la plástica argentina.
Un renovador con todas las letras, asi que para no perderse esta oportunidad única creo yo en este invierno primaveral.
Aca la invitación y más abajo una nota de despedida cuando en el 2006 se ocurió salir de gira.
 
 
Desde hoy podrá verse en el Museo Caraffa (avenida Leopoldo Lugones 411) una exposición del artista argentino Pablo Suárez (1937-2006), uno de los máximos creadores contemporáneos. La muestra incluye pinturas, objetos y esculturas en resina de asombroso realismo, aunque siempre con un toque grotesco. De martes a domingos, de 10 a 20. Entrada: $ 3.
 
Requiem para el amigo
 
Si es cierto aquello de que las voces flotan como energía, un bar de la avenida Libertador conserva en su masa de aire la elocuencia de un gigante que, un mediodía, sobresalía del murmullo de celulares. Pablo Suárez acababa de inaugurar su muestra "El escaso margen" en la galería Maman y con esa mirada franca de boxeador nene resumía, un poco, su lugar en el mundo. "Hay una conferencia maravillosa de Heidegger que se llama Serenidad.
Y dice que el arte es la flor de la planta social que en cada lugar tiene características particulares que responden a todo lo que es esa planta. Bueno, yo siento que no puedo dejar de estar dando cuenta de lo que sucede en la sociedad en donde vivo. Tal vez porque soy un tipo de otra época y cree todavía en forma un poco utópica en ciertas ideas de lo social que me preocupan...".
Decía eso Suárez que no está desde las 6.40 de la mañana de ayer cuando el cáncer de riñón que se le instaló como una sombra años atrás terminó por eclipsarlo en el Hospital Durand.
Su amiga íntima, la crítica Laura Batkis, lo despidió ayer así: "Con Pablo se va uno de los últimos anclajes de la resistencia, un artista de raza, de aquellos que se preocuparon por marcar las fisuras del sistema".
Hijo de un connaisseur, Pablo trajinó las galerías de Buenos Aires desde los once años con guías eventuales como Antonio Berni, a quien frecuentaría luego en su taller de la calle Lezica. Tuvo su primera muestra individual en Lirolay y, luego, formó equipo con Rubén Santantonín para dar forma a La Menesunda, de Marta Minujín. "Pensé que iba a resucitar, nunca que pudiera morir. Es uno menos que nos queda para la lucha", dijo ayer la artista.
Su desdepedida del Di Tella con una carta a Romero Brest fue antológica. Decía: "A los espectadores les aseguro: nadie puede darles fabricado y envasado lo que está dándose en este momento, está dándose el Hombre. La obra: diseñar formas de vida".
Suárez entendió luego que el objeto arte era irreemplazable y marcó los 80 con su figuración expresionista y paródica —inspirada en artistas populares como Molina Campos— arrancada a la realidad en su taller de Mataderos, donde trabajaba a fines de los años 70.
En 1999 ganó el premio Costantini y se afincó en Colonia, Uruguay. Hoy por hoy, se pueden ver Exclusión (en el Malba), El choripán (Bellas Artes Buenos Aires) y Los que comen del arte (Bellas Artes Neuquén).
Se lo extraña, ya.

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