de todo lo que hace en el campo de la cultura.
Por ello me parece interesante compartir esta entrevista que con el
pretexto de presentar su último libro, nos adentra a la cocina de uno
de los artistas más interesantes de los últimos años y en donde
literatura, teatro y cine son un cruce permanente y permite vislumbrar
sus universos temáticos....
Os recomiendo si pueden ver dos películas que tienen guiones de su
cosecha y que son tremendamente geniales Rompa limpia,negocios sucios(
Stephen Freaes) e Intimidad (Patrick Chereau) y si consiguen Londres
me mata donde él mismo dirige su propio guión aprovechen a verla.
De su producción literaria les recomiendo todo ya que todo es
altamente recomendable.
Buen domingo y a descansar..... mientras disfrutamos de las palabras
del querido Hanif a la periodista del The New York Times Rachel
Donadio.
Y que la semana comience de la mejor manera.....
Una de las visiones más reveladoras en la historia social reciente de
Inglaterra está en Mi hijo, el fanático , la tierna y oscura película
que Hanif Kureishi (Londres, 1954) dirigió en 1997. Es de mañana en
una ciudad sin nombre al norte de Inglaterra, y Parvez, un inmigrante
paquistaní taxista laico, advierte que Farid, su cada vez más devoto
hijo en edad universitaria, vende su guitarra eléctrica. "¿Dónde se va
tu guitarra?", le pregunta Parvez a Farid. "¡A ti te encantaba hacer
esos ruidos terribles con ella!". Farid mira a su padre con
irritación: "Tú siempre dijiste que había cosas más importantes que
"Escalera al cielo" -dice impaciente-, y no podías tener más razón".
Este intercambio aparentemente casual va al corazón de casi todo lo
que ha creado Kureishi en sus cerca de tres décadas como dramaturgo,
guionista, novelista y ensayista. Éste es, después de todo, el hombre
que coeditó The Faber Book of Pop y cuyas películas y novelas
-incluyendo Intimidad y El Buda de los suburbios - están llenas de
sexo, drogas y rock´n roll. Pero éste también es el hombre que tuvo la
visión para pasearse por las mezquitas inglesas a fines de los años 80
y a principios de los 90, el hombre para quien algo nacía ahí. Y de
hecho así era. Su novela El álbum negro , situada en 1989 y llamada
así por un disco de Prince, exploró el creciente descontento y
radicalismo de algunos jóvenes musulmanes británicos. No mucha gente
prestó atención cuando salió en 1995, pero diez años después, cuando
un 7 de julio las bombas retumbaron en el centro de Londres, la
conciencia colectiva empezó a ponerse al día.
El caso incluye a la monarquía. Esta primavera, Kureishi visitó el
Palacio de Buckingham, donde la reina lo nombró comandante del Imperio
Británico. Nada mal para un chico que creció mirando sitcoms en
Bromley, un suburbio de clase media de Londres, hijo de un padre
paquistaní y una madre inglesa en una época en que los matrimonios
mixtos todavía eran raros. A Kureishi le encantó la distinción; él y
sus tres hijos fueron al palacio vestidos de etiqueta y su esposa usó
un espléndido sombrero de plumas. "¿Sabes qué dice en la medalla?",
pregunta Kureishi. "Por Dios y el Imperio. No puedes conseguir nada
mejor que eso. Las únicas causas son las causas perdidas o las que no
existen."
Con sus intensos ojos oscuros y el pelo gris, Kureishi siempre parece
tomado por sorpresa, como si acabara de chocar con una ráfaga de aire
helado. Más reservado que extrovertido, a menudo se resiste a
responder algunas preguntas; lo que prefiere, en cambio, es evitarlas
con oscuras y cómicas burlas a sí mismo.
La última novela de Kureishi, Algo que contarte , es su libro más
ambicioso después de El álbum negro . Ambientado en Londres, se centra
en Jamal, un psicoanalista anglo-paquistaní que se enfrenta a ciertas
preguntas sin resolver sobre su pasado. En el camino, su mejor amigo,
Henry, se interesa en la hermana de Jamal, Miriam, una insignificante
traficante de drogas y distribuidora de videos porno, entre otros
ítems. Todo el mundo se deja llevar por una ola de perversiones.
Durante nuestra conversación en un café de Sheperd´s Bush, Kureishi
describe la novela como "una crítica de la noción de placer
ilimitado", un reexamen de la revolución sexual. "¿Es esto lo que
pensamos que seríamos en los años 60, cuando bailábamos con flores en
el pelo y deseábamos una vida más erótica y más sexual?", dice,
mientras bebe su té con pimienta. "Si la sociedad ya no te instala los
valores, tu felicidad y tu placer dependen completamente de ti; tú
tienes que trabajar y ganarte tus propios valores morales." Esto,
apunta, tiene que ver con "una queja común de Occidente contra el
islamismo radical: ¿Por qué tienen que seguir preguntándole a Dios?
Bueno, es mucho más difícil crear tus propios valores morales que
recibirlos impuestos por otra gente o por el sistema". Las cosas eran
"miserables" antes de la revolución sexual, dice Kureishi, pero ahora
"nos hemos movido de la represión a la no represión", que viene con
sus propias dificultades. En la visión de Kureishi, el islamismo
radical y la sexualidad radical intersectan. "Se producen una a la
otra, de alguna forma", dice.
Su trabajo está lleno de padres inmigrantes que no se sienten
completamente en casa, muy alejados de la India y el Pakistán de su
juventud. A su vez, los hijos descubren que Inglaterra tampoco los
acepta del todo. En muchos sentidos, la Inglaterra de Kureishi no está
lejos de la de V. S. Naipaul. Pero a diferencia del decano de las
letras británicas poscoloniales, que operaba dentro del modelo
conradiano, marinando los personajes en sus propias ironías mientras
permanecía apartado del ruido y los rankings musicales, Kureishi está
más en la línea de Nick Hornby, un voraz consumidor de cultura pop. Él
dice que creció leyendo a Balzac, Beckett y Kafka, pero también
mirando comedias clásicas populares inglesas de los años 60 y 70, como
un gran admirador de James Dean, Marlon Brando y los Beatles.
Cuando las películas y escritura de Kureishi aparecieron por primera
vez, a mediados de los años 80, el mundo literario recién despertaba a
la variedad étnica de Londres. En ese entonces, la literatura de
Inglaterra era "una voz afectada, del Oeste de Londres, educada, que
no captaba el panorama completo", señala Bill Buford, quien publicó a
Kureishi cuando era editor de Granta .
Tras el éxito de El Buda de los suburbios y la intensidad de El álbum
negro , su último libro no ha sido bien recibido. Por cierto, su vida
familiar tampoco ha estado libre de complicaciones. Su novela de 1998,
Intimidad , es el brutal recuento de un hombre a punto de dejar a su
esposa y dos hijos pequeños por una bella mujer joven, como hizo el
autor. Hoy, Kureishi vive con Monique Proudlove y su hijo Kier, de 10
años. Sachin y Carlo, sus gemelos de 14 años, producto de su anterior
relación con la productora de cine Tracey Scoffield, a menudo están
ahí.
Después de desayunar en el café, convenzo a Kureishi de que me deje
ver su casa y estudio. Antes, él me había dicho que a "la señora" no
le gustan los periodistas, pero al ver a Proudlove, una mujer de ojos
verdes que nos recibe en la entrada, queda claro que es Kureishi el
que protege su privacidad. En el living, dominado por un juego de
tambores, impresiona la mezcla de libros en el estante: algunas
novelas de Henry James, la biografía de Bertrand Russell escrita por
Carolina Moorehead, Situaciones de Sartre junto a Entre creyentes de
Naipaul, ambos al lado de Deseo sexual: una filosofía moral de lo
erótico de Roger Scruton. Definitivamente, esos libros son guías en la
tierra de Kureishi. El escritor trabaja en un amplio estudio arriba,
sus paredes cubiertas con imágenes: una foto de un joven John Lennon,
un póster de una pintura de William Blake, una pintura al estilo de
Matisse de Monique. Hay muchos CDs en el escritorio -Prince, Jeff
Buckley, la banda de sonido de Trainspotting - y algunas fotos de los
hijos de Kureishi. Sobre el escritorio también noto una pequeña imagen
en blanco y negro: un hombre de rodillas, su cara firmemente plantada
entre las piernas de una mujer desnuda. Y es que los libros de
Kureishi son extremadamente sexuales. Casi en cada página, hay alguien
que da sexo oral o está siendo azotado o penetrado (o pensando en
eso). En los años 70, Kureishi hasta escribió pornografía literaria
bajo el seudónimo de Antonia French. Le pregunto por su interés en el
tema. "Cuando yo era un muchacho y quería entrar en contacto con algo
sexy o sucio, leía un libro", dice Kureishi. "¿Puedes imaginar a
Harold Robbins, Henry Miller, el Marqués de Sade o D. H. Lawrence como
apoyo sexual?". Hoy, la literatura pornográfica es un arte perdido,
dice, pero las imágenes sucias están disponibles en todas partes. "La
pregunta es: ¿Qué más necesita la gente para sentirse viva?"
Hay dos tipos de personas en el trabajo de Kureishi: los que corren
detrás del sexo y los que huyen de él. Los buscadores de sexo, o al
menos de placer, son los adolescentes suburbanos (y sus padres) en El
Buda de los suburbios y los personajes de Ropa limpia, negocios sucios
. Los que escapan del sexo son los conflictuados musulmanes jóvenes de
El álbum negro y Mi hijo, el fanático . Kureishi empezó a trabajar en
estas historias cuando el ayatolá Ruhollah Khomeini anunció la fatwa
contra Rushdie, en 1989. En El álbum negro , algunos de los jóvenes
musulmanes queman copias de Los versos satánicos . La fatwa marcó un
punto de giro, un nuevo capítulo. Y Kureishi estaba alerta al drama
intergeneracional. "Me sorprendió que la gente joven, criada en la
Inglaterra secular, volviera a una forma de creencia que negaba los
placeres de la sociedad en la que vivían", escribió en El mundo y la
bomba .
Aunque Kureishi reconoce el sentimiento de impotencia y racismo que ha
empujado a muchos jóvenes británicos musulmanes hacia el radicalismo,
él es intolerante con esa intolerancia. "La alternativa al puritanismo
no es el desenfreno, sino el reconocimiento de lo que sucede dentro de
los seres humanos", escribió. Y añade: "El fundamentalismo es una
dictadura de la mente, mientras que una cultura viva es una
exploración y representa nuestra interminable curiosidad sobre nuestra
propia extrañeza: la sabiduría es más importante que la doctrina; la
duda es más importante que la certeza. El fundamentalismo implica la
falla de nuestro más significativo atributo, nuestra imaginación".
Ahora Kureishi trabaja en dos guiones, uno situado en Polonia y
Londres, el otro en París. Francia, como el resto de Europa, "pasa por
una gran crisis de identidad, raza, religión, porque sus identidades
han sido destruidas por la inmigración". Después, apunta, hay que
rehacer la sociedad, y "esa reconstrucción es la que Europa
experimenta ahora. Pero es realmente complicado tener tu identidad
desarmada y volver a armarla".
Los efectos de la transformación todavía están en curso. En Londres,
Kureishi y yo caminamos alrededor del mercado de Sheperd´s Bush, donde
tiendas tradicionales están siendo reemplazadas por carniceros
africanos que venden colas de cerdo, tripas y batatas. En un puesto,
Kureishi ordenó un falafel para llevar a su casa de almuerzo, "con
salsa extrapicante, jefe". Le pregunto sobre los bombardeos del 7 de
julio de 2005, los que mataron a 52 personas e hirieron a más de 700
en el sistema de transporte de Londres. "Todo el mundo esperaba que
ocurriera", dice.
Las bombas aparecen en Algo que contarte , donde ellas tocan a todos
los personajes y matan a algunos de ellos. La novela, con sus
protagonistas en plena lucha contra la edad, junta todo el repertorio
de Kureishi: padres e hijos, psicoanálisis, sexo extravagante, drogas
y radicalismo islámico, un cocktail de humor agudo y sardónicas
observaciones culturales. Pero sobre todo, Algo que contarte es una
sucia canción de amor a Londres y a todo lo que Londres significa.
Todo lo que los bombardeos de aquel 7 de julio trataban de destruir.
que lastima que no tengo tiempo hoy para leerlo profe pero apenas me siente en la compu, cuando la tv se apaga, cuando las sabanas cubran los cuerpos de las personas que viven en casa..dedicare minutos a esto que me gusta..que es leer
ResponderBorrargracias profe ana
espero que asi sea y sigas comentando..
ResponderBorrarsaludos y buena semana