miércoles, 15 de abril de 2009

El acto en cuestión: sociedad, memoria y cine (última parte)

Aprovechando el acto de ayer que difundimos en el blog y varias
cuestiones que acontencen en esta realidad argentina me parece bueno
cerrar la trilogía que venimos proponiendo desde aquí sobre cine y
memoria.
Creo que es bueno seguir haciendo ejercicios de memoria,
preguntándonos sobrea aquellos años por que, lamentablemente, siguen
viviendo en este triste presente donde la muerte, las desapariciones y
las persecusiones persisten (bajo otros tonos, modalidades y modus
operandi, todo es más progresistamente correcto).
Para seguir pensando y reflexionando por que aquel plan sigue
funcionando y como se muto a esta democracia actual.
Les dejo el texto, espero os guste y sigamos en contacto con estos
temas y tantos más.


El acto en cuestión

Como plantea José Pablo Feinmann: "El 24 de marzo implica la era de
planificación racional y moderna de la muerte" (1998:95)
Es así como la atmósfera que en nuestro país, desde esa fatídica
fecha, se comienza a respirar es de miedo, horror y muerte.
Esa muerte no debía ser conocida públicamente sino que se crearon los
mecanismos para que todo sea acallado/desaparecido. La muerte pasa a
ser lo normal, lo cotidiano y es el único vínculo social que dará
sentido a las distintas capas sociales.
Así la define Feinmann: "La muerte secreta: esa es la muerte
argentina. La muerte se volvió subterránea, silenciosa, furtiva"
(1998:95)
Para que esto ocurra se construyó un sistema burocrático que
planificaba "esas muertes" y había en ello una precisión matemática y
todo se realizaba en pos de lograr los objetivos de la Junta Militar y
de los que apoyaban el régimen: sembrar el miedo, impedir que la gente
se encuentre -se comunique- y exterminar al enemigo haciendo
desaparecer todo vestigio de progresismo en la sociedad argentina.
Así es que secuestro-tortura -para obtener información-, muerte y
desaparición de los cuerpos eran escalas o estamentos que todo aquel
sospecho tenía que seguir.
Así es como los militares argentinos, pensaron en borrar el
pensamiento político y crítico de una sociedad y la manera que
encontraron acallar las voces más representativas de esa generación,
es despareciendo los cuerpos.
Todo aquel que pensara podría ser peligroso por lo que asistimos a una
época de suspensión del pensamiento y una carrera de supervivencia
para evitar la muerte, donde la vida tiene un precio y un destino
decidido por otros.
Como las vivencias que recuerda Andrés Calamaro en su canción Crímenes
Perfectos: "Me tocó crecer viendo a mi alrededor paranoia y dolor".
Una de las formas de recordar este acontecimiento, que LEGITIMA la
ilegalidad y funda el crimen impugne en nuestra cultura, es la
restitución de esos pensamientos críticos, de las voces y de los
cuerpos de las víctimas del terrorismo de Estado.
Y esto logra el cine hablando de cosas que no quieren escuchar, ver y
oír en la sociedades de hoy.
Imágenes e historias, que ocupan un lugar y espacio negado y que
cumplen con una finalidad política –y en definitiva ética- que
significa la recuperación simbólica de aquellas voces, de los
discursos y los cuerpos que la violencia de Estado ordenó callar y
matar sin dejar vestigio de nada.
La aparición y existencia de estas películas logran lo que Nicolás
Casullo formula como necesario para no olvidar: "La memoria de la
historia leída desde la víctima es siempre contramemoria: memoria de
imágenes impedidas, podría ser llamada, como noción que reúne –en ese
impedimento- la conciencia de un pasado que se distancia sin medida.
Imágenes que ante la imposibilidad de volver a componerse dejan apenas
su huella desconsolada, el duelo, el abismo, un nombrar perdido."
Para no volver a desaparecer en las diversas forma que asume el olvido
estas películas son necesarias para resignificar el acontecimiento y
tenerlo presente.
De allí la necesidad -para las sociedades en general y nuestro cine en
particular- de contar con este tipo de películas y tener la
posibilidad de vernos reflejados para que nunca más sea una consigna
real en una sociedad/país, donde hasta las palabras han perdido
sentido.
Es una tarea que nos compromete a todos, por ellos -nuestros
desaparecidos- y por los que aquí estamos.
Ni olvido
Ni perdón,
tan sólo Memoria !

Y desde aquí invitamos a ver M de Nicolás Prividera, El viaje de
Fernando Pino Solanas, Garage Olimpo de Mario Bechis,Un mundo menos
peor de Alejandro Agresti, La mujer sin cabeza de Lucrecia Martel y
todas aquellas películas que hablan de aquellos años ya que viendo
esas películas podemos pensar en la magnitud de la tragedia que aún
nos persigue.

Buena noche y
buen jueves.

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