domingo, 29 de marzo de 2009

Cine y memoria: algunos aportes desde el cine argentino. Primera entrega

Al final podemos cumplir con lo prometido y cuelgo un texto donde
intento relacionar cine y memoria tratando de observar como las
desapariciones se pueden ( o no) reflejar en la pantalla
cinematográfica.
Este texto que ha sido cambiado para este soporte forma parte de un
libro que hicimos un grupo de entusiastas a los que les interesa el
cine, la memoria y la cultura en general.
Ese libro se llama Cine y dictadura, lo compilo mi amiga querida María
Paulinelli y lo editó Comunicarte Editorial.
En tres entregas intentaremos indagar sobre esta relación tratando de
aportar algo a la discusión general.
Lo único que recomiendo es que además de leer los etxtos es que vean
las pelis que aquí se nombran.
Desde ya muchas gracias por tomarse el tiempo y leerlo.

Buen domingo.


Cine, memoria y desapariciones.

El cine nos permite -mediante sus mecanismos técnicas y realizativos-
descubrir historias y relatos que configuran la memoria histórica de
los grupos o comunidades de una sociedad.
Son estos relatos o discursos fílmicos los que permiten redescubrir o
revelar diversos puntos de vista sobre hechos o acontecimientos de a
la historia de los pueblos, además de incluirse en el imaginario
colectivo de los distintos grupos sociales.
Mediante las imágenes que el cine propone accedemos a versiones de
la/s historia/s que explican de una manera u otra la forma de ser de
un país y son otra posibilidad -una más- de conocer como funciona la
memoria de dicha sociedad.
Es por ello que este dispositivo mediático se inscribe simbólicamente
en el conjunto de discursos en lo propio de una cultura para
mostrarnos como funciona dicha trama discursiva y hacernos ver
-técnica de por medio- situaciones que a veces hemos olvidado o no
queremos recordar.
Como planta Eduardo Grüner: "El cine es nacional y social" y nosotros
podemos agregar: Es testigo presencial de cómo cada sociedad
discute/dialoga sobre sus propios conflictos, y a partir de sus
creaciones estéticas propone imaginarios posibles donde la Cultura va
a constituirse desde los múltiples encuentros de diferentes
visiones/versiones y los usos que de éstos discursos se realicen.
"Más que del mensaje, más que del valor en sí de una película o de un
conjunto de ellas, parece preferible hablar de un uso del cine. Cada
etapa histórica, en cada lugar, legitima determinados usos donde
encontramos por último, su significación, su inserción social. Cada
época produce (admite) un cine, el cine socialmente posible, en el que
se sintetizan múltiples coordenadas y donde puede reconocerse un
lenguaje específico, con su historia, sus condicionamientos, sus
interrelaciones."
Un ejemplo reciente de lo que aquí se plantea y cómo el discurso
cinematográfico puede ser empleado en la explicación de lo social y la
representación de la memoria colectiva es la película "Iluminados por
el fuego" (2004) de Tristán Bauer que luego de veinte años de
acontecida la Guerra de Malvinas vuelve a poner en discusión y
circulación dicho tema, obteniendo la atención de los públicos más
diversos, permitiéndonos RECORDAR un acontecimiento olvidado y
marginado de la historiografía oficial.
El cine es el que permite acceder a una revisión de cosas ya vividas
por parte de una comunidad y desde allí nominar o categorizar dichas
vivencias.
Aquí es donde la idea del cine como algo nacional y social cobra
fuerza instalándose como un discurso fundante de la cultura de cada
país.
Vemos entonces la importancia del cine como técnica, que permite
colaborar en la constitución de la identidad de una nación y la
posibilidad que tiene la memoria histórica de hacerse presente y
mantenerse viva entre los integrantes de una comunidad.
Como plantea Todorov "tanto los individuos como los grupos tienen
necesidad de conocer su pasado: es que su misma identidad depende de
ese pasado, aún cuando no se reduzca a él. Tampoco existe un pueblo
sin una memoria común. Para reconocerse como tal, el grupo debe
asignarse un conjunto de conquistas y persecuciones pasados que
permite identificarlo."

El cine como discurso social construye un espacio fundante desde donde
decir lo indecible, desde donde mostrar en imágenes lo que la
sociedad, a veces, no puede ver o escuchar.
En ese espacio es donde la memoria colectiva e histórica de una
sociedad sale a la luz y donde se reconocen rasgos indentitarios de un
país, de un grupo y donde se problematizan cuestiones que la sociedad
tiene y, en algunos casos, no discute ni reflexiona.
En este caso lo que intentamos explicar es cómo el tema de los
desaparecidos es abordado por el cine argentino y las representaciones
que de esa figura macabra, creada por los militares argentinos hace
treinta años, se realiza en las producciones cinematográficas de los
últimas décadas.
Nos preguntamos entonces:

¿ Es posible mostrar en imágenes lo que está ausente/exterminado/desaparecido ?

¿ Es necesario para la sociedad tener películas acerca de las víctimas
del Terrorismo de Estado ?

¿ Es mostrable el horror, sigue siendo útil representar la tragedia argentina ?


Son estos interrogantes que desde el cine se pueden responder desde
distintas maneras y formas. En el último tiempo hemos podidos ver como
el Holocausto es puesto en discusión, debate desde el séptimo arte
tratando de explicar desde distintos puntos de vista ese
acontecimiento histórico. Películas como La vida de los otros de
Florian Henckel-Donnersmarck y la reciente El lector de Stephen Daldry
así lo demuestran.
Como dice Juan Gelman "la dictadura militar, entre otras cosas, sembró
un terror que todavía palpita en las entrañas del país, decreta el fin
de la utopía, destruye el tejido solidario, ensancha la diferencia,
recorta el pensamiento y cancela el horizonte." (2000:30)
Alejandro Agresti desde una poética propia y una mirada personal,
intenta a lo largo de un conjunto de películas, reflexionar y hacerse
eco mediante imágenes de estas palabras.
Plantea en sus historias interrogantes que llevan a pensar como la
sociedad en este caso la nuestra-permitió durante ocho años la
instauración del horror.
Se anima a reflexionar sobre los efectos devastadores de dicho régimen
en el pensamiento, en el lenguaje y en los cuerpos.
La manera en que el terror y el miedo impregnó lo cotidiano e
imposibilitó, de una forma u otra, los vínculos sociales, son temas
recurrentes en la filmografía de Agresti.
Y como si esto no alcanzara, de allí su lugar de importancia en la
cinematografía nacional y latinoamericana, filma una ciudad –Buenos
Aires-, en un país -Argentina- habitada por espectros, por fantasmas
que recorren las calles intentando reencontrar a los que aquí quedaron
vivos o se salvaron.

Y es en esta tensión entre

vivos / muertos

aparecidos / desaparecidos

inocentes / culpables

donde el director propone, ficción mediante, preguntarse

¿Es posible vivir después de esto?

¿Hay posibilidad de caminar por las calles de una
ciudad donde se respira muerte y humillación?
¿Cómo hacemos para que esto no vuelva a suceder?


Inquietudes que a lo largo de varias películas desde El amor es una
mujer gorda (1987), pasando por Boda Secreta (1989), Buenos Aires
Viceversa (2000/1) deteniéndose en la experiencia infantil de Valentín
(2002) y llegando hasta Un mundo menos peor (2003) busca interpelar al
espectador en busca de posibles respuestas.
Un director que intenta indagar como el pasado reciente todavía aún
impregna los cuerpos, las relaciones y la vida cotidiana. Muestra en
todas sus películas como la violencia del Terrorismo de Estado aun
pervive en las mentes, en los cuerpos y el alma de la cultura
nacional. Viendo como opinan los grandes medios masivos de
comunicación y algunas estrellas mediáticas en las últimas semanas
podemos afirmar que este director no se equivoca en sus
planteamientos.

Pone en movimiento y practica lo que el crítico francés Serge Daney
define como característica esencial de la imagen cinematográfica en el
mundo contemporáneo: "En tanto que una imagen esta viva, en tanto que
impacta, en tanto que interpela a un público, en tanto que produce
placer, esto significa que funciona en ella, o su alrededor, oculto en
ella, algo que es dominio de su enunciación primitiva (PODER +
ACONTECIMIENTO = he aquí). En el cine la enunciación es quizá, oculta
en alguna parte, una pequeña reflexión del motto lacaniano: "¿Quierés
ver? Pues bien; mira esto!"


El miércoles continuará.
Y hoy no dejen de ver por canal 7 el ciclo Ficciones de lo real (
22:15 horas) con una película que también aporta a la cuestión.
Altamente recomendable.

1 comentario:

  1. Eduardo, acabo de terminar de leer el texto y sinceramente nunca fui tan conciente de las magnitudes que una simple pantalla puede representar para un sociedad, creo que son muy pocos los hombres que hoy en dia son capases de enfrentar a esos fantasmas que tanto nos hostigaron en un pasado y volcarlos con total solvencia en una simple film o cortometraje, es algo a admirar en ellos. Pero sobre todo esas preguntas que Uds. plantean en su informe son muy fuertes, muy duras y creo que son la convinacion perfecta para todas esas intervenciones de esos autores que citan en su texto.
    Sinceramente muy buen trabajo, y como ahi citaban:


    Y es en esta tensión entre

    vivos / muertos

    aparecidos / desaparecidos

    inocentes / culpables

    donde el director propone, ficción mediante, preguntarse

    ¿Es posible vivir después de esto?

    ¿Hay posibilidad de caminar por las calles de una
    ciudad donde se respira muerte y humillación?


    a pesar que todavia nos duela es un herida que el tiempo nos ah de hacer recordar, porque solo la memoria y el recordar nos llevara a poder decir NUNCA MAS, pero somos nosotros quienes debemos enfrentarnos a esos fantasmas y tratar de modificar el aire que se respira en esta, NUETRA TIERRA.



    Saludos. Agustin...

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