preparado para recibir semejante noticia, pero la muerte tiene esas
cosas de sorprender en lo profundo de la noche y del alma...
Y en la noche del jueves me enterè de la triste noticia de la muerte
de Tomàs Barcelò Cuesta un fotografo enorme y un talento que habia
recalado en Còrdoba para disfrutar de la vida y de sus cosas...
Nos cruzabamos cada tanto ya que compartìamos un lugar de trabajo y
siempre era esa sonrisa tan bella acompañada de esa tonada que ya era
un clàsico en la Escuelita.
Su don de gente, su compromiso con la vida y su pasiòn por las
imàgenes, palabras y todo aquello que comunicara era grandioso....
Nos hubiera gustado a mi ( y a tantos) tenerte unos años màs cerca,
rondando por nuestras calles para disfrutar de todo lo que hacìas...
Pero la muerte tiene esa cosas que nunca podremos entender...
por eso para recordarlo les dejo un texto que a mi me gustò mucho en
su momento y algunas de sus fotos...
A tu memoria Tomàs !!! y donde quiera que estès abrazo...
Susanita conquistó la televisión
Por Tomás Barceló Cuesta
Si Quino no hubiese existido y yo tuviera que inventar Mafalda, con
todos sus personajes incluidos, Susanita se llamaría Fabiana. Tan sólo
por la reacción que con frecuencia me producen los comentarios de la
señora que cada mañana comparte junto a J. Cuadrado y Federico T., la
conducción del matutino televisivo Arriba Córdoba.
Tan correcta, tan guardiana "del buen gusto y del orden burgués",
suele hablarle a las cámaras convencida de que los que están del otro
lado aplauden sus desaguisados. En la aldea cordobesa deben sobrar
quienes se lo agradezcan. Otros, en cambio, lanzarán palabrotas. Entre
estos últimos me encuentro yo, virtuales lectores.
Fabiana Dal Pra mira hacia la cámara que la enfoca, y comenta algo tan
oportuno -pero sobre todo frontal y sincero en correspondencia con su
mentalidad clase media alta, adecentada chica de Barrio Urca-, como
que la nueva ley del gobierno nacional dirigida a otorgarle 180 pesos
por hijo a toda madre que esté desocupada, pudiera llevar a las
mujeres a dedicarse a parir y no a buscar trabajo, como debiera ser.
Yo haría lo mismo (no hacer semejante comentario, aclaro, sino parir),
pero teniendo en cuenta otras variantes.
Primero: si fuera mujer, fértil, y además joven.
Segundo: si en vez de 180 el Estado me otorgara por hijo 800 pesos,
cifra más o menos cercana a lo que pudiera costar su alimentación,
cobija y educación dignas.
O tercero, algo menos probable: si fuera la mujer de un rico. O una de
esas botineras que se engrampan con afamados deportistas gracias a sus
formidables cuerpos y a esa expresión tan sobreactuada en sus bellos
rostros, de ingenuas y angelicales putas celestiales. El fútbol es un
excelente coto de caza para ellas.
Hay dos extremos que corren paralelos en nuestra gran aldea: en uno de
ellos, unos pocos tienen lo que les corresponde, más esa misma
cantidad multiplicada n veces y que viene a ser lo que les toca a
aquellos que, viviendo en el otro extremo, no lo tienen. A más pobres,
alguien ha de ser más rico. ¿O estoy equivocado? Es una elemental
ecuación sobre la cual descansa el sistema capitalista mundial de
todos los tiempos. Sólo que en pequeñas aldeas como Córdoba,
abundantes por acá abajo en la rabadilla del mundo, la ecuación se
torna más siniestra.
El extremo donde habitan los millonarios -en cuyos bordes, con aires
de expansión y crecimiento florece la clase media alta-, contiene
cierta cantidad de mujeres dedicadas a parir y a criar felizmente a
sus hijos. Cuentan para ello con mucamas que les limpian las casas,
pulen los pisos, lavan la ropa, friegan los platos, eliminan las
telarañas, tienden sus camas, les cocinan y, la mayoría de las veces,
cuidan de los niños mientras ellas, nobles madrazas, se dedican a otra
cosa. Más de una se graduó en alguna universidad pública o privada,
pero no trabaja. ¿Para qué? ¿Qué necesidad hay de hacerlo? El trabajo
lo hizo Dios como castigo…reza un antiguo bolero cubano. Además, se
está tan bien así. Sin hacer nada, viendo como crecen los pichones.
Por acá, más cercanas, están las mujeres pobres. Las mujeres de los
pobres. Vienen de generaciones frustradas, piezas frágiles en la
sólida estructura de la pobreza argentina. La mayoría apenas terminó
la primaria. Suman Miles. Material humano devaluado en el mercado del
trabajo. En la mejor de las suertes, se unen a un hombre tan pobre
como ellas. Y a parir. O -previa recomendación, no vaya a ser que…-,
serán mucamas de aquellas susanitas argentinas, con salarios en negro
o mal remunerados, más el valor agregado de un tratamiento indigno.
Cualquier otra cosa pudiera ser el infierno. El infierno es inmenso,
como pequeño el paraíso. O viceversa. Depende de dónde se esté parado.
O cómo se viva.
Tomando algo prestado del Dante Alighieri, ya que hablamos de
infiernos, en uno de los círculos más profundos del infierno que nos
toca acá en la tierra, están los prostíbulos clandestinos esperando la
última remesa de chicas pobres (algunas de ellas con sus fotos
exhibidas en las terminales anunciándolas como desaparecidas) para que
en sus cuerpos se sacien camioneros al paso, policías corruptos, algún
tímido joven se inicie en el sexo, o se caiga por allí algún platudo
para desflorar a alguna chica virgen reservada exclusivamente para
usted, Don.
¿Serán esos los trabajos a los que se refiere la conductora de nuestra
televisión aldeana?
Si los que siempre leímos Mafalda pensamos alguna vez que Susanita tan
sólo se dedicaría a criar hijos, mantenida por un marido rico, nos
equivocamos: en nuestra gran aldea argentina algunas de ellas están
hoy ante las cámaras de televisión desgranando su sabiduría de amas de
casa (algún día tendrán su Santa Mirta para adorar), su bla bla de
vecindario, su ideología del buen hogar (donde todo hay y sobra de
todo) dentro del cual el mundo es ideal, mientras piensan –o comentan
con altanero desdén y total impunidad- que fuera de sus paredes lo que
impera es el caos. Hay que terminar admitiéndolo: Susanita conquistó
la televisión. Tomàs Barcelò Cuesta.
Buen sàbado, buena lluvia..
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