todas la celebraciones/ conmemoraciones para pensar, reflexionar en
torno a las palabras, el lenguaje y la lectura...
Es un dìa para invitar a leer, a apasionarse con los buenos libros,
las historias apasionantes, esos clàsicos que parecen escritos ayer y
que cuentan aspectos de la condiciòn humana y nos invitan a encontrar
nuevos horizontes, otras posibilidades de amarrar cartografìas y
paisajes....
Y nunca debemos olvidar que un buen libro siempre, pese a todo, nos
salva, nos permite refugiarnos en un lugar càlido cuando todo, tal vez
se derrumba.
Un dìa para festejar, para celebrar y porque no, para regalar un libro...
Cada uno sabrà como celebrarlo, como festejarlo, a mi me gustarìa ( y
es parte de mi trabajo) trasmitir la pasiòn por leer todo tipo de
textos, de libros y que disfrutemos cada vez màs del placer inmenso
que significa la lectura.
Yo les comparto esta nota de Enrique Vila- Matas, escritor catalàn que
desde ya invito a leer en sus ficciones, crònicas y textos
periodìsticos porque siempre es un placer leer....
Quedarà aquì como lectura de fin de semana para que a partir de este
texto podamos encontrar un buen libro que nos lleve a navegar aguas
profundas...
Buen findesemana para todos y os recmiendo ademàs si pueden y quieren
leer mis columnas en las revistas digitales donde despunto el vicio de
la escritura y la cultura...
En El Vernàculo ( www.elvernaculo.com.ar) sobre Series y Tv
y en www.cbanoticias.net sobre cuestiones culturales de la ciudad que habito.
Más allá de Gutenberg
ENRIQUE VILA-MATAS 23/04/2010
Estoy volviendo a casa después de un día muy cansado en el que no he
parado de contestar y contestar -con la misma respuesta siempre,
respuesta perfectamente memorizada, dicha de forma muy mecánica- a
preguntas de los periodistas sobre el futuro del libro impreso. Me lo
tengo merecido por haber escrito una novela en la que comento el paso
de Gutenberg a Google. A lo largo del día, me he preguntado varias
veces qué habría sido de Kafka si hubiera tenido que contestar en mil
entrevistas por qué contó que Gregor Samsa se encontró un día en su
cama convertido en un monstruoso bicho, con una espalda dura como un
caparazón y un vientre abombado. Me imagino a Kafka escuchando mil
veces la misma pregunta:
-¿Es usted ese bicho?
-¿Cómo dice, señor?
Ha habido hoy un momento terrible en el que, sin duda a causa del
cansancio, me ha parecido que en lugar de preguntarme por el futuro
del libro impreso se interesaban por el futuro del bicho. Estaba ya en
la última entrevista, por suerte.
-¿Acaso ve usted al libro impreso como si fuera ya un vulgar bicho?
-he preguntado alarmado.
Recuerdo que a partir de ese momento, contagiado por la apabullante
insistencia de las preguntas en torno al mismo tema -que si Gutenberg
y que si Google, y dale que dale y todo el rato así, yendo y viniendo
de Google a Gutenberg y de Gutenberg a Google- he comenzado a ver
realmente al libro impreso como si este sólo fuera un vulgar
escarabajo repugnante que acabará interesando sólo a acumuladores de
papel viejo y sucio, es decir, a gente enferma y afectada por esa
variante horrible del mal de Diógenes que es tener librerías.
Estoy felizmente ya volviendo a casa. Lo hago a pie y en estos
momentos camino por una calle solitaria, mal iluminada. Si no fuera
porque está al lado de mi casa y la conozco mucho, pensaría que es una
calle peligrosa. Camino ciertamente fatigado y pensando obsesivamente
en eso que he contestado hoy a todos los que me han entrevistado: "No
hay motivo para alarmarse con la irrupción del mundo digital en la
literatura porque entre Gutenberg y Google no hay una ruptura sino una
continuidad. Lo alarmante sería que desapareciera el lenguaje, el
pensamiento, la narración".
Ha sido particularmente fatigante la perorata del último entrevistador
porque este se ha empeñado en hacerme ver que no es nada cierto que no
exista ruptura entre Gutenberg y Google. Basta con observar, me decía,
lo imposible que resulta citar de un libro digital la página en la que
se encuentra una frase que nos ha conmovido. Se puede, me decía, citar
la página si el libro está ya en un pdf que reproduzca la paginación
del volumen en papel, pero si por el contrario el texto se puede
adaptar en tipo y tamaño de letra las páginas dejan de existir y todo
va de corrido, por lo que no se puede citar, salvo que se diga: para
una pantalla de equis pulgadas y tipo de letra tal con tamaño de la
fuente cual, pero eso sería verdaderamente absurdo...
No sé qué ha pasado, tal vez ha sido el momento en el que se han
acumulado todos los momentos del día en que me han preguntado por
Gutenberg y Google, pero lo cierto es que estas palabras me han
punzado con cierta brutalidad la mente y estoy llegando ahora a casa
no sólo fatigado, sino con mi cabeza claramente punzada por esas
palabras del último entrevistador, especialmente por una de ellas, por
la palabra -no sé si llega a tal- pdf.
¿Es pdf una palabra? ¿Me estoy volviendo loco? Esa es también otra
buena pregunta. No sé ya si, cuando llegue a casa, podré dormir. Todo
me da vueltas, como si las punzadas provinieran de una peonza que
fuera a ratos punzón y en otras un monstruoso bicho y ese bicho fuera,
además, el futuro del libro. Algo me dice aquí dentro -en la cabeza,
reiteradamente punzada y próxima a estallar- que en realidad la
producción y distribución de libros poco a poco migrará al
ciberespacio y la pantalla reemplazará a la palabra escrita sobre el
papel y que habrá ruptura por mucho que yo quiera creer y diga lo
contrario. Estoy deshecho. Estoy -con perdón- muy pdf. Habrá ruptura,
claro que sí. Puede que esto sea lo que va a pasar. Pero lo peor es
que aún no he llegado a casa y ya sólo veo escarabajos que parecen
burdos actores cómicos en un gran drama muy serio. El drama es el mío.
Y soy el escarabajo principal.
-¿Por qué dice usted que es un monstruoso bicho, con una espalda dura
como un caparazón y un vientre abombado? -imagino que me pregunta un
desconocido antes de doblar la esquina que está ya al lado de mi casa.
¿Estoy en peligro? ¿Lo está más todavía el libro impreso? ¿Tengo miedo de algo?
-¿Cree que desaparecerán los libros impresos y vamos hacia un mundo
completamente digital? -imagino que me pregunta el acompañante del
desconocido.
Es como si fueran los dos últimos entrevistadores del día. La cabeza
me da vueltas. Si al menos tuviera miedo. Pero el callejón ahora me
parece hasta iluminado y todo. ¿Me habré muerto por culpa del problema
entre Gutenberg y Google? Cada vez el callejón me parece más vívido,
como si hubiera ingresado en otro mundo. Luz del más allá.
-No contesto hoy a más preguntas -digo-. Como diría Shakespeare,
Gutenberg es Gutenberg y Google es Google. ¿Entendido? Y ahora
perdonen ustedes, pero estoy pdf.
Doblo la esquina y dejo atrás a los entrevistadores y, al ir a entrar
en casa, veo que en mis llaves está escrito el futuro del libro. Es
tan horrible lo que leo en mis propias llaves que no sé si
silenciarlo. A partir de ahora, si alguien vuelve a preguntarme por el
futuro del libro impreso, callaré piadosamente, como un muerto. No es
agradable saber que no sobrevivirá tampoco Google y que más allá de la
era digital nos espera el terrible Eyjafjallajökull, el centro de
Difuclyatd, allí donde se oye el permanente e inconfundible gluglú de
un desagüe.
Buen finde y el lunes nos volvemos a contactar desde esta atalaya como
me dice una amiga mìa que se dedica a editar libros y a darnos la
oportunidad cada tanto de publicar...
Besos, abrazos y a ser felices porque creo que es la ùnica manera que
tenemos.....
No hay comentarios.:
Publicar un comentario