creo que además de conmemorarlo deberíamos empezar a repensar y
resignificar lo que estos derechos implican y que nuevos derechos
deberíamos incluir en una sociedad, en un mundo que cada vez cierra
más sus fronteras, cierra las oportunidades de acceso a educación,
salud y derechos básicos a grandes grupos de la población.
Una sociedad que se queja cuando los bancos se quedan con los ahorros
de cada uno o exige desde la seguridad del barrio cerrado más
autoridad pero que no le importa que su empleada doméstica ni sus
hijos tengan un vida digna ( con salud, educación y alimentación
básica) o que el paco este haciendo estragos en los cordones
suburbanos de las grandes ciudades del país. Una sociedad y un país
que se olvido de las cosas básicas y donde no aprendió absolutamente
nada de su propia historia y sigue despareciendo gente de maneras más
sutiles y menos violentas.
Y podríamos seguir enumerando injusticias, atrocidades y demás
cuestiones que nos suceden a diario pero ya están los diarios,
revistas y diversos medios que dan cuenta ( o no ) de esas cosas.
Por esto y a próposito de este nuevo aniversario de la Declaración
Universal de los Derechos del Hombre comparto este texto que escribí
hace unos meses y fue publicado por la revista Jamming(hoy
Revistaescrita: www.revistaescrita.com.ar) y que viene para
reflexionar un poco en torno a lo que somos como sociedad.
Diatriba de amor contra una sociedad anestesiada.
Cada vez dan menos ganas de leer los diarios por lo que allí publican
y por ver como la actualidad o, si uds quieren, la realidad se va
metaforseando de tal manera que hoy el conflicto que mantuvo en vilo
al país durante 100 días se ha transformado en una kermese de domingo.
Hoy, pareciera, nadie recuerda el desabastecimiento, los
piquetes y aquellos días de furia colectiva. Hoy todos han vuelto a
sus rutinas olvidando, una vez más, lo que nos pasa alrededor. Hoy
todo pasa por una Plaza de Mayo llena de variedades de feria y
turistas de cabotaje que solo quieren sacarse una foto y llevarse un
souvenir de eso que pareciera un corso a contramano pero, en realidad,
es un tema que debería ocuparnos a todos e intentar producir un debate
serio y profundo.
Y muchos otros que ni van a esa plaza ni a otras siguen viviendo y,
fundamentalmente, consumiendo como si el fin de los tiempos llegara en
cuestión de días. Nunca la venta de automóviles, departamentos y demás
rubros ha sido tan intensa como en este extraño 2008. Hay que decir
eso y preguntarse por que estas cosas suceden. Tal vez formularnos la
pregunta sirve para empezar a reflexionar sobre ello.
Igual sucede con la memoria y los recuerdos de lo que nos pasaba hace
30 años atrás.....
Hoy el juicio a Menéndez y cía. sigue siendo escuchado por unos pocos
que tienen la responsabilidad, el compromiso y las ganas de oír. Hoy
solo algunos medios locales transmiten crónicas fidedignas de lo que
sucede puertas adentro... hoy nadie quiere escuchar las atrocidades
que hace 32 años se cometían en nombre de Dios y de una ideología que
exigía matar y desaparecer al enemigo.
Aquí habría que preguntarse también porqué una decisión judicial
impide que el resto de la sociedad escuche en vivo y en directo lo que
sucede puertas adentro del tribunal.
¿No sería bueno que se pueda asistir al relato en directo del horror y
de la tragedia que esta ciudad vivió hace 32 años? ¿Qué implica ese
silencio, esa imposibilidad de encontrarnos con el registro de los
testimonios de primera mano? ¿Por qué la sociedad necesita que alguien
sea el mediador y le cuente lo que se ha dicho y comentado?
Preguntas que también invitan a una reflexión sobre lo que las
sociedades pueden escuchar o no y quienes deciden sobre ese derecho.
Y que bien vendría que nuestros pensadores, nuestros docentes que
investigan y estudian sobre este tema en la Universidad Nacional de
Córdoba puedan compartir con el resto de la sociedad el avance de esos
estudios. No solo deben cobrar incentivos por realizar esos estudios
sino vendría bien comunicarlos al resto de la comunidad.
Hoy, una cadena informativa (en realidad dos cadenas que pertenecen al
mismo grupo empresario) nos impone seguir haciéndonos los sordos
respecto a nuestra propia historia. Los medios dictaminan no recordar,
han pactado como hace tres décadas con el poder de turno y se
dedican a seguir insuflando en los cordobeses la boludez colectiva.
Por suerte hay radios públicas como Nacional y Universidad que
proponen otra cuestión intentando encontrar un oyente inteligente y
comprometido. De los diarios mejor ni hablar, no vale la pena ni
mencionarlos porque cada día están peor y mal informados. Por no decir
mal escritos,
eso sería mucho ¿no? Además es políticamente incorrecto.
Hoy 32 años después las cosas siguen siendo mas o menos lo mismo…
lo sé, algunas cosas del paisaje han cambiado, han mutado, pero en el
fondo algunas cuestiones esenciales siguen funcionando igual.
Hoy este conflicto que se ha desmadrado por todos los costados nos
demuestra que este país, esta sociedad, es decir, nosotros en comunión
con otros, retrasa muchas décadas, que los odios y resentimientos
siguen estando en el mismo lugar y que no hemos avanzado como sociedad
civil ni un ápice.
Y eso es lo que realmente duele, lo que realmente molesta. Porque
todos siguen haciendo oídos sordos a las cuestiones centrales de esta
comunidad que sigue en el fango pudriéndose y que no puede aprender de
su pasado para mejorar su presente y delinear al menos un futuro
habitable.
Da lástima por toda la sangre derramada y todos aquellos que hoy no
están con nosotros. Ni en honor a su memoria y su ausencia podemos
ponernos a construir una sociedad mejor. Ello sirve cuando se trata de
pedir subsidios, de ganar becas y lograr en nombre de la muerte cargos
y lugares públicos. Todos sin distinción de nombres y apellidos lo han
hecho. Comparto la lucha por la memoria sí, pero no el arribismo fácil
y obtuso. Y eso
hacen muchos en esta ciudad y en este país.
Sino veamos los nombres de cargos que hoy se ocupan en el gobierno
nacional, provincial, municipal y universitario por solo nombrar
algunas áreas hoy conquistadas por aquellos y que ejercen una política
de persecución que en años atrás parecían combatir. La querida Hebe de
Bonafini es solo la punta de un iceberg que se repite en direcciones
verticales y horizontales.
Es triste y da mucha bronca.
He dicho algo que venía pensando hace unas semanas y en esta bella
siesta de domingo ha empezado a tomar forma.
Lo que intentaba ser una columna concienzuda, que refleje la actividad
semanal de los medios se transformó en una diatriba que bien vale la
pena leer para que de una vez por todas nos despertemos de esta
anestesia colectiva y podemos empezar a construir una sociedad
civilizada.
Y si es posible encender el debate. Otra cosa de la que carecemos,
pero eso es ya un tema para la próxima columna.
Eduardo de la Cruz
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