domingo, 23 de marzo de 2014

NUNCA MAS y las memorias siempre presentes.

Este es mi humilde homenaje a la fecha que conmemoramos mañana.
Lo escribí hace tiempo a instancias de un libro que coordino mi
querida amiga María Paullinelli y creo que uno sigue pensando lo mismo
y más allás de los usos políticos de la Memoria y la fecha creo que
debemos recordar siempre esa fatídica fecha, tenerla presente e
intentar decir siempre a los que intentan volver a esos años ( con
otros ropajes y modos) que no será posible.
Por la memoria de tantos que hoy no están.
Por ellos, por nuestros niños, por la dignidad que nos merecemos y
supimos conseguir.


EL ACTO EN CUESTIÓN



Como plantea José Pablo Feinmann: "El 24 de marzo implica la era de
planificación racional y moderna de la muerte" (1998:95)

Es así como la atmósfera que en nuestro país, desde esa fatídica
fecha, se comienza a respirar es de miedo, horror y muerte.

Esa muerte no debía ser conocida públicamente sino que se crearon los
mecanismos para que todo sea acallado/desaparecido. La muerte pasa a
ser lo normal, lo cotidiano y es el único vínculo social que dará
sentido a las distintas capas sociales.

Así la define Feinmann: "La muerte secreta: esa es la muerte
argentina. La muerte se volvió subterránea, silenciosa, furtiva"
(1998:95)

Para que esto ocurra se construyó un sistema burocrático que
planificaba "esas muertes" y había en ello una precisión matemática y
todo se realizaba en pos de lograr los objetivos de la Junta Militar y
de los que apoyaban el régimen: sembrar el miedo, impedir que la gente
se encuentre -se comunique- y exterminar al enemigo haciendo
desaparecer todo vestigio de progresismo en la sociedad argentina.

Así es que secuestro-tortura -para obtener información-, muerte y
desaparición de los cuerpos eran escalas o estamentos que todo aquel
sospecho tenía que seguir.

Así es como los militares argentinos, pensaron en borrar el
pensamiento político y crítico de una sociedad y la manera que
encontraron acallar las voces más representativas de esa generación,
es despareciendo los cuerpos.

Todo aquel que pensara podría ser peligroso por lo que asistimos a una
época de suspensión del pensamiento y una carrera de supervivencia
para evitar la muerte, donde la vida tiene un precio y un destino
decidido por otros.Como las vivencias que recuerda Andrés Calamaro en
su canción Crímenes Perfectos: "Me tocó crecer viendo a mi alrededor
paranoia y dolor".



Una de las formas de recordar este acontecimiento, que LEGITIMA la
ilegalidad y funda el crimen impugne en nuestra cultura, es la
restitución de esos pensamientos críticos, de las voces y de los
cuerpos de las víctimas del terrorismo de Estado.

Y esto logra Agresti, desde fines de la década del 80, al filmar
historias que restituyen de alguna manera las voces, el espíritu y los
cuerpos de las víctimas -que de manera excepcional en "El amor es una
mujer gorda" y "Boda secreta"- y en las otras películas
-fundamentalmente "Buenos Aires Viceversa" y "Un mundo menos peor"-
reintenta reconstruir la trama de vínculos, afectos y costumbres que
la generación silenciada ponía en práctica, para desde allí retomar y
continuar la senda.



Imágenes e historias, que ocupan un lugar y espacio negado y que
cumplen con una finalidad política -y en definitiva ética- que
significa la recuperación simbólica de aquellas voces, de los
discursos y los cuerpos que la violencia de Estado ordenó callar y
matar sin dejar vestigio de nada.

La aparición y existencia de estas películas logran lo que Nicolás
Casullo formula como necesario para no olvidar: "La memoria de la
historia leída desde la víctima es siempre contramemoria: memoria de
imágenes impedidas, podría ser llamada, como noción que reúne -en ese
impedimento- la conciencia de un pasado que se distancia sin medida.
Imágenes que ante la imposibilidad de volver a componerse dejan apenas
su huella desconsolada, el duelo, el abismo, un nombrar perdido."
(2004:76)

Para no volver a desaparecer en las diversas forma que asume el olvido
estas películas son necesarias para resignificar el acontecimiento y
tenerlo presente.

De allí la necesidad -para las sociedades en general y nuestro cine en
particular- de contar con este tipo de películas y tener la
posibilidad de vernos reflejados para que nunca más sea una consigna
real en una sociedad/país, donde hasta las palabras han perdido
sentido.

Es una tarea que nos compromete a todos, por ellos -nuestros
desaparecidos- y por los que aquí estamos.

Ni olvido

Ni perdón,

tan sólo Memoria !

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