Para tener en cuenta
y para que estos días no sean un feriado largo más....
El poder de la memoria
Por Alejandro Kaufman / Ensayista, docente y crítico cultural
Son inevitables las diferencias y debates sobre conmemoraciones,
modalidades y relatos de la memoria y el testimonio. El modo en que
todo ello interviene en la construcción de los sitios de memoria no
puede ser unánime. No sólo se nos demanda tomar partido entre esas
diferencias. También se nos solicita establecer formas de convivencia
en y con esas dolorosas diferencias, crear alternativas
conversacionales que no incidan en la discordia y la remoción de las
heridas, sino en una actitud de reparación siempre pendiente e
imposible en última instancia. Las diferencias están atravesadas por
vectores divergentes: las instituciones políticas y estatales no
pueden sino sustentarse en las mejores opciones que estén a su
alcance. No debería admitirse un protagonismo de las diferencias
alrededor de los sitios de memoria y las conmemoraciones, salvo in
extremis. En general todos estos años se lo ha logrado pero nada
garantiza que sin un cuidado consecuente no caigamos en el riesgo de
profanar lo mismo que intentamos salvar si en los modos de discutir
perdemos el sentido de lo que está en juego. Las instituciones
estatales y políticas requieren legitimarse en la memoria, y eso es lo
que les exigimos. No podemos después desconocer lo inevitable de las
divergencias. En las disputas no es la memoria aquello que en realidad
se dirime, sino el poder, la supremacía. Es otro el terreno donde
habita aquello que importa, más allá de la política y sin perjuicio
del compromiso con ella, en lo irreductible del testimonio, en el
orden íntimo (que no es sino del común) del duelo irrealizado. Eso es
lo que debe ser respetado, aun más allá de los resultados mejores o
peores que la sociedad alcance para establecer un suelo habitable. En
suma, si admitimos esas instancias extrañas entre sí pero combinadas,
estaremos mejor dispuestos a aceptar un rango de discrepancias que
sólo se detengan frente a quien se debe establecer el límite: los
perpetradores y sus cómplices.
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