Hoy comienza un unitario que vale la pena ver.
Por sus historias,
por su autor/ director y
por el elenco de prestigio que ha logrado convocar.
Hoy a las 2230 por la Televisión Pública comienza Doce casas.
Historias de mujeres devotas es una cita con la buena televisión que
tenemos y que se hace por acá.
Cómo lograr relatos íntimos en la televisión
Por Santiago Loza
Soy teleadicto. He visto mucha televisión. Mucha mala televisión. Es
impúdico decirlo, pero he consumido mucho desecho cultural. A mí me
interesa trabajar en esos restos. Claro que, uno ve tele y entra en
conflicto con lo que ve. Siempre me costó --me sigue costando-- cierto
uso del lenguaje. Cierto uso extremadamente degradado del lenguaje.
Esa especie de coloquial televisivo que tampoco se corresponde con la
realidad... ¡Como si esa forma de hablar tuviera una aparente frescura!
Cuando apareció la propuesta de Canal 7 en la que estoy trabajando, me
asustó un poco el formato: una telenovela, una tira diaria. Me
pregunté qué pasaría si hiciera una ficción en la que hubiera un
cuidado con el "cómo se dice". Una ficción con cierto espesor
literario y aún así que sea entretenida. También me pregunté si sería
capaz de hacer algo accesible y no resignarme a que todo deba ser
explicado.
A partir de ahí, la idea fue construir una pequeña saga pueblerina.
Así surgió Doce casas / historia de mujeres devotas. En cada casa
transcurren cuatro episodios (de media hora), que cuentan una historia
que se completa en la semana. Lo que une a las doce historias es que
la Virgen de la Parroquia, cada mes, visita una casa. Y la Virgen es
una presencia, a veces muda como un florero, a veces en interacción
con el amo o alguien de la casa.
Como soy del interior y los 80 son años que a mí me involucran (hice
la primaria durante la dictadura), la trama transcurre entre el 79 y
el 81. No hay una referencia directa, sino que es "algo" que subyace
en la trama. Una latencia. Son los 80 que la serie imagina. No hay una
intención de archivo o histórica precisa. La serie toma, también, la
transición del blanco y negro al color en la televisión.
Con ese marco, pensé en construir un fresco social, una saga de
pequeñas historias, que ocurren en ámbitos privados. Vidas íntimas que
no se van a contar nunca, porque no son tan importantes como para ser
consideradas "hecho histórico". A su vez, esas historias pequeñas van
tiñendo el rumiar de lo que va a constituirse como"la Historia". En
ese sentido, hay en Doce casas pulsiones algo oscuras, ciertas zonas
de lo sexual, de lo social, de lo político en latencia, que no han
estallado. Ése es un aspecto que trabaja la serie al mismo tiempo que
entra en diálogo con el melodrama: hay gente que llora, pasiones
exaltadas...
Con Ariel Gurevich --el coguionista--, pensamos lo religioso como el río
que atraviesa esas doce casas. Porque, a veces, la devoción no es
hacia la religión sino hacia una persona. La pasión o la maternidad
pueden tener un cauce religioso también... La devoción siempre está
ligada a lo amoroso, en la forma que sea. Después, es el dogma el que
hace estragos...
Con Gurevich, además, compartimos el placer clandestino por la
televisión. Y la serie va a reflejar algo de eso: la televisión, la
religión y otros temas un poco más crudos. Pero lo que acordamos es
que se pueda ver, semana tras semana, con la sensación de que nada tan
terrible va a ocurrir. No va a haber asesinatos, por ejemplo. Y aún
teniendo aristas más ásperas, va a transmitir cierta dulzura. Les pase
lo que les pase a los personajes, son criaturas frágiles que hacen lo
que pueden con sus vidas. Aún cuando hay ciertas resonancias políticas
o complicidades, se trata de pequeñas vidas en un lugar pequeño.
¡Aunque esperamos que haya grandes actuaciones! Convocamos a actores
del off (que es donde más trabajo), de la tele y del cine para
cruzarlos en cada casa.
No quiero replicar el gesto de la telenovela pero sí atravesarlo por
mi propia sensiblidad. Acá hay una marca de autor que comparto con
colaboradores porque no doy abasto. Sin volvernos demagógicos, vamos a
trabajar con elencos y con libros que puedan marcar ciertas zonas más
sensibles, más ambiguas que lo que suele verse en televisión. Y al
mismo tiempo, con accesibilidad.
No me siento muy joven ni con mucha energía como para encarar un
proyecto que no me exprese a pleno. No podría escribir acerca de
"algo" que no me importe. Pese a ciertas dificultades que puede tener
producir televisión (que es un medio que no conozco) y en un canal
estatal, tuvimos libertad temática y estética absoluta. Nos dejaron
vía libre.
Desde Caetano, no ha habido un proyecto en el que la misma persona que
lo escribe llegue a dirigirlo. Después de Okupas, de Tumberos, de Sol
negro, se ha ido abandonando la tele de autor. El último intento
autoral fue el de Daulte en El Trece, pero él no llegó a dirigir.
Ahora la tele es más industrial, más rápida, más canchera. Y en
términos autorales, más híbrida. Sería precioso sentir que en la tele
se puede lograr el mismo grado de intensidad que en una sala pequeña...
A mí me importa lograr intensidad, intimidad. ¿Cómo? Lo estamos
probando. Es como una pulseada permanente.
Santiago Loza escribió y dirigió las películas Extraño (2001), Cuatro
mujeres descalzas (2003), La invención de la carne (2009), Rosa patria
(2009), Los labios (2010, co dirigida por Ivan Fund). Como dramaturgo
escribió y dirigió Amarás la noche y Pequeña cruel bonita (Teatro por
la Identidad, 2000). En 2007, escribió Nelidora, dirigida por Anahí
Berneri. Le siguieron, entre muchas, Nada del amor me produce envidia,
dirigida por Diego Lerman (2008), Sencilla, co escrita y dirigida por
Lisandro Rodriguez, con quien tutela Elefante Club de Teatro. Para ese
espacio, escribió Asco, La vida terrenal, He nacido para verte
sonreír, La mujer puerca, Pudor en animales de invierno, La enamorada
del muro, todas dirigidas por Rodríguez. Con Maricel Álvarez trabajó
en Yo tenía un alma buena (video instalación teatral) y Yo te vi caer
(en la que también actuó). Doce casas / historia de mujeres devotas,
es una coproducción de la TV Pública y Vasko Films. El guión pertenece
a Santiago Loza y Ariel Gurevich. La dirección, a Loza y Eduardo
Crespo. Sus colaboradores son: Elías Díaz (fotografía), Adrián Suárez
(arte), Iñaki Echeverría (producción general), Victoria Marotta
(vestuario) y Anabela Bacigalupo (casting).
lunes, 31 de marzo de 2014
miércoles, 26 de marzo de 2014
NO dejemes que Mestre arrase con los árboles de la Nuñez
Difundan...
compartan
y resistamos...
El planteo de la Avenida Núñez con carriles centrales para transporte
público, con 10 paradas de 150 metros de largo cada una, quitará 1.5
km del arbolado central, equivalente a las 110 especies que hoy son
protagonistas del espacio público, que varían entre Palos Borrachos
maduros, grandes y formados, Jacarandáes, Olmos y otros.
compartan
y resistamos...
El planteo de la Avenida Núñez con carriles centrales para transporte
público, con 10 paradas de 150 metros de largo cada una, quitará 1.5
km del arbolado central, equivalente a las 110 especies que hoy son
protagonistas del espacio público, que varían entre Palos Borrachos
maduros, grandes y formados, Jacarandáes, Olmos y otros.
martes, 25 de marzo de 2014
Taller de cine que vale la pena.
Una recomendación que vale la pena.
Os aviso
y cualquier duda escribir a elcarroproductora@gmail.com
Buen inicio de semana
y a disfrutar todo lo que nos acontece,
sucede
y ocurre..
Os aviso
y cualquier duda escribir a elcarroproductora@gmail.com
Buen inicio de semana
y a disfrutar todo lo que nos acontece,
sucede
y ocurre..
lunes, 24 de marzo de 2014
Conmemorar, celebrar, recordar: vivir en democracia.
Comparto invitación..
Porque la memoria se ejercita con estas acciones,
Un bello día en la ciudad para llegarse al Pasaje Santa Catalina donde
la vida y el arte triunfan por sobre la muerte que tantos impusieron
hace 38 años.
El 24 de Marzo es aquél día nefasto, y también este otoño. Ambas
cosas juntas. Es difícil ganarle a la muerte. Pero la muerte tiene
nombre y apellido. Ahí, donde antes retumbaba el dolor, nosotros
proponemos cantar. Que las paredes retumben, pero de vida. Pechar la
muerte con impulso de vivir. Varios artistas de nuestra ciudad se
reúnen en el Archivo Provincial de la Memoria para regalar lo que
hacen y repetirse que la justicia es el único camino. Para escupirle
la risa a esas paredes manchadas de sudor genocida y sangre inocente.
Mañana, 24 de Marzo, desde las 14 hs. hasta las 18 hs., con entrada
libre y gratuita. Pasaje Santa Catalina 66, entre el Cabildo y la
Catedral. Entre. Vea. Ríase. Y Repítase a cada rato: que aquello no se
repita. Y que esto no se acabe nunca.
TEATRO
Las Pérez Correa + Frutillas a la Crema + Guillermo Vanadia + Juanchi
Domínguez + Eugenia Hadandoniou + su grupo de locas cantarinas
MÚSICA
La viajerita + Los bichunos
CINE
Retrospectiva de Marcos Rostagno.
ARTES PLÁSTICAS
Lucas Chami presenta su revista ELEFANTE
Desde las 14 hs hasta las 18 hs. Y después todos a la marcha. Pasaje
Santa Catalina 66.
Porque la memoria se ejercita con estas acciones,
Un bello día en la ciudad para llegarse al Pasaje Santa Catalina donde
la vida y el arte triunfan por sobre la muerte que tantos impusieron
hace 38 años.
El 24 de Marzo es aquél día nefasto, y también este otoño. Ambas
cosas juntas. Es difícil ganarle a la muerte. Pero la muerte tiene
nombre y apellido. Ahí, donde antes retumbaba el dolor, nosotros
proponemos cantar. Que las paredes retumben, pero de vida. Pechar la
muerte con impulso de vivir. Varios artistas de nuestra ciudad se
reúnen en el Archivo Provincial de la Memoria para regalar lo que
hacen y repetirse que la justicia es el único camino. Para escupirle
la risa a esas paredes manchadas de sudor genocida y sangre inocente.
Mañana, 24 de Marzo, desde las 14 hs. hasta las 18 hs., con entrada
libre y gratuita. Pasaje Santa Catalina 66, entre el Cabildo y la
Catedral. Entre. Vea. Ríase. Y Repítase a cada rato: que aquello no se
repita. Y que esto no se acabe nunca.
TEATRO
Las Pérez Correa + Frutillas a la Crema + Guillermo Vanadia + Juanchi
Domínguez + Eugenia Hadandoniou + su grupo de locas cantarinas
MÚSICA
La viajerita + Los bichunos
CINE
Retrospectiva de Marcos Rostagno.
ARTES PLÁSTICAS
Lucas Chami presenta su revista ELEFANTE
Desde las 14 hs hasta las 18 hs. Y después todos a la marcha. Pasaje
Santa Catalina 66.
domingo, 23 de marzo de 2014
NUNCA MAS y las memorias siempre presentes.
Este es mi humilde homenaje a la fecha que conmemoramos mañana.
Lo escribí hace tiempo a instancias de un libro que coordino mi
querida amiga María Paullinelli y creo que uno sigue pensando lo mismo
y más allás de los usos políticos de la Memoria y la fecha creo que
debemos recordar siempre esa fatídica fecha, tenerla presente e
intentar decir siempre a los que intentan volver a esos años ( con
otros ropajes y modos) que no será posible.
Por la memoria de tantos que hoy no están.
Por ellos, por nuestros niños, por la dignidad que nos merecemos y
supimos conseguir.
EL ACTO EN CUESTIÓN
Como plantea José Pablo Feinmann: "El 24 de marzo implica la era de
planificación racional y moderna de la muerte" (1998:95)
Es así como la atmósfera que en nuestro país, desde esa fatídica
fecha, se comienza a respirar es de miedo, horror y muerte.
Esa muerte no debía ser conocida públicamente sino que se crearon los
mecanismos para que todo sea acallado/desaparecido. La muerte pasa a
ser lo normal, lo cotidiano y es el único vínculo social que dará
sentido a las distintas capas sociales.
Así la define Feinmann: "La muerte secreta: esa es la muerte
argentina. La muerte se volvió subterránea, silenciosa, furtiva"
(1998:95)
Para que esto ocurra se construyó un sistema burocrático que
planificaba "esas muertes" y había en ello una precisión matemática y
todo se realizaba en pos de lograr los objetivos de la Junta Militar y
de los que apoyaban el régimen: sembrar el miedo, impedir que la gente
se encuentre -se comunique- y exterminar al enemigo haciendo
desaparecer todo vestigio de progresismo en la sociedad argentina.
Así es que secuestro-tortura -para obtener información-, muerte y
desaparición de los cuerpos eran escalas o estamentos que todo aquel
sospecho tenía que seguir.
Así es como los militares argentinos, pensaron en borrar el
pensamiento político y crítico de una sociedad y la manera que
encontraron acallar las voces más representativas de esa generación,
es despareciendo los cuerpos.
Todo aquel que pensara podría ser peligroso por lo que asistimos a una
época de suspensión del pensamiento y una carrera de supervivencia
para evitar la muerte, donde la vida tiene un precio y un destino
decidido por otros.Como las vivencias que recuerda Andrés Calamaro en
su canción Crímenes Perfectos: "Me tocó crecer viendo a mi alrededor
paranoia y dolor".
Una de las formas de recordar este acontecimiento, que LEGITIMA la
ilegalidad y funda el crimen impugne en nuestra cultura, es la
restitución de esos pensamientos críticos, de las voces y de los
cuerpos de las víctimas del terrorismo de Estado.
Y esto logra Agresti, desde fines de la década del 80, al filmar
historias que restituyen de alguna manera las voces, el espíritu y los
cuerpos de las víctimas -que de manera excepcional en "El amor es una
mujer gorda" y "Boda secreta"- y en las otras películas
-fundamentalmente "Buenos Aires Viceversa" y "Un mundo menos peor"-
reintenta reconstruir la trama de vínculos, afectos y costumbres que
la generación silenciada ponía en práctica, para desde allí retomar y
continuar la senda.
Imágenes e historias, que ocupan un lugar y espacio negado y que
cumplen con una finalidad política -y en definitiva ética- que
significa la recuperación simbólica de aquellas voces, de los
discursos y los cuerpos que la violencia de Estado ordenó callar y
matar sin dejar vestigio de nada.
La aparición y existencia de estas películas logran lo que Nicolás
Casullo formula como necesario para no olvidar: "La memoria de la
historia leída desde la víctima es siempre contramemoria: memoria de
imágenes impedidas, podría ser llamada, como noción que reúne -en ese
impedimento- la conciencia de un pasado que se distancia sin medida.
Imágenes que ante la imposibilidad de volver a componerse dejan apenas
su huella desconsolada, el duelo, el abismo, un nombrar perdido."
(2004:76)
Para no volver a desaparecer en las diversas forma que asume el olvido
estas películas son necesarias para resignificar el acontecimiento y
tenerlo presente.
De allí la necesidad -para las sociedades en general y nuestro cine en
particular- de contar con este tipo de películas y tener la
posibilidad de vernos reflejados para que nunca más sea una consigna
real en una sociedad/país, donde hasta las palabras han perdido
sentido.
Es una tarea que nos compromete a todos, por ellos -nuestros
desaparecidos- y por los que aquí estamos.
Ni olvido
Ni perdón,
tan sólo Memoria !
Lo escribí hace tiempo a instancias de un libro que coordino mi
querida amiga María Paullinelli y creo que uno sigue pensando lo mismo
y más allás de los usos políticos de la Memoria y la fecha creo que
debemos recordar siempre esa fatídica fecha, tenerla presente e
intentar decir siempre a los que intentan volver a esos años ( con
otros ropajes y modos) que no será posible.
Por la memoria de tantos que hoy no están.
Por ellos, por nuestros niños, por la dignidad que nos merecemos y
supimos conseguir.
EL ACTO EN CUESTIÓN
Como plantea José Pablo Feinmann: "El 24 de marzo implica la era de
planificación racional y moderna de la muerte" (1998:95)
Es así como la atmósfera que en nuestro país, desde esa fatídica
fecha, se comienza a respirar es de miedo, horror y muerte.
Esa muerte no debía ser conocida públicamente sino que se crearon los
mecanismos para que todo sea acallado/desaparecido. La muerte pasa a
ser lo normal, lo cotidiano y es el único vínculo social que dará
sentido a las distintas capas sociales.
Así la define Feinmann: "La muerte secreta: esa es la muerte
argentina. La muerte se volvió subterránea, silenciosa, furtiva"
(1998:95)
Para que esto ocurra se construyó un sistema burocrático que
planificaba "esas muertes" y había en ello una precisión matemática y
todo se realizaba en pos de lograr los objetivos de la Junta Militar y
de los que apoyaban el régimen: sembrar el miedo, impedir que la gente
se encuentre -se comunique- y exterminar al enemigo haciendo
desaparecer todo vestigio de progresismo en la sociedad argentina.
Así es que secuestro-tortura -para obtener información-, muerte y
desaparición de los cuerpos eran escalas o estamentos que todo aquel
sospecho tenía que seguir.
Así es como los militares argentinos, pensaron en borrar el
pensamiento político y crítico de una sociedad y la manera que
encontraron acallar las voces más representativas de esa generación,
es despareciendo los cuerpos.
Todo aquel que pensara podría ser peligroso por lo que asistimos a una
época de suspensión del pensamiento y una carrera de supervivencia
para evitar la muerte, donde la vida tiene un precio y un destino
decidido por otros.Como las vivencias que recuerda Andrés Calamaro en
su canción Crímenes Perfectos: "Me tocó crecer viendo a mi alrededor
paranoia y dolor".
Una de las formas de recordar este acontecimiento, que LEGITIMA la
ilegalidad y funda el crimen impugne en nuestra cultura, es la
restitución de esos pensamientos críticos, de las voces y de los
cuerpos de las víctimas del terrorismo de Estado.
Y esto logra Agresti, desde fines de la década del 80, al filmar
historias que restituyen de alguna manera las voces, el espíritu y los
cuerpos de las víctimas -que de manera excepcional en "El amor es una
mujer gorda" y "Boda secreta"- y en las otras películas
-fundamentalmente "Buenos Aires Viceversa" y "Un mundo menos peor"-
reintenta reconstruir la trama de vínculos, afectos y costumbres que
la generación silenciada ponía en práctica, para desde allí retomar y
continuar la senda.
Imágenes e historias, que ocupan un lugar y espacio negado y que
cumplen con una finalidad política -y en definitiva ética- que
significa la recuperación simbólica de aquellas voces, de los
discursos y los cuerpos que la violencia de Estado ordenó callar y
matar sin dejar vestigio de nada.
La aparición y existencia de estas películas logran lo que Nicolás
Casullo formula como necesario para no olvidar: "La memoria de la
historia leída desde la víctima es siempre contramemoria: memoria de
imágenes impedidas, podría ser llamada, como noción que reúne -en ese
impedimento- la conciencia de un pasado que se distancia sin medida.
Imágenes que ante la imposibilidad de volver a componerse dejan apenas
su huella desconsolada, el duelo, el abismo, un nombrar perdido."
(2004:76)
Para no volver a desaparecer en las diversas forma que asume el olvido
estas películas son necesarias para resignificar el acontecimiento y
tenerlo presente.
De allí la necesidad -para las sociedades en general y nuestro cine en
particular- de contar con este tipo de películas y tener la
posibilidad de vernos reflejados para que nunca más sea una consigna
real en una sociedad/país, donde hasta las palabras han perdido
sentido.
Es una tarea que nos compromete a todos, por ellos -nuestros
desaparecidos- y por los que aquí estamos.
Ni olvido
Ni perdón,
tan sólo Memoria !
sábado, 22 de marzo de 2014
Memoria perseguirás...
Para tener en cuenta
y para que estos días no sean un feriado largo más....
El poder de la memoria
Por Alejandro Kaufman / Ensayista, docente y crítico cultural
Son inevitables las diferencias y debates sobre conmemoraciones,
modalidades y relatos de la memoria y el testimonio. El modo en que
todo ello interviene en la construcción de los sitios de memoria no
puede ser unánime. No sólo se nos demanda tomar partido entre esas
diferencias. También se nos solicita establecer formas de convivencia
en y con esas dolorosas diferencias, crear alternativas
conversacionales que no incidan en la discordia y la remoción de las
heridas, sino en una actitud de reparación siempre pendiente e
imposible en última instancia. Las diferencias están atravesadas por
vectores divergentes: las instituciones políticas y estatales no
pueden sino sustentarse en las mejores opciones que estén a su
alcance. No debería admitirse un protagonismo de las diferencias
alrededor de los sitios de memoria y las conmemoraciones, salvo in
extremis. En general todos estos años se lo ha logrado pero nada
garantiza que sin un cuidado consecuente no caigamos en el riesgo de
profanar lo mismo que intentamos salvar si en los modos de discutir
perdemos el sentido de lo que está en juego. Las instituciones
estatales y políticas requieren legitimarse en la memoria, y eso es lo
que les exigimos. No podemos después desconocer lo inevitable de las
divergencias. En las disputas no es la memoria aquello que en realidad
se dirime, sino el poder, la supremacía. Es otro el terreno donde
habita aquello que importa, más allá de la política y sin perjuicio
del compromiso con ella, en lo irreductible del testimonio, en el
orden íntimo (que no es sino del común) del duelo irrealizado. Eso es
lo que debe ser respetado, aun más allá de los resultados mejores o
peores que la sociedad alcance para establecer un suelo habitable. En
suma, si admitimos esas instancias extrañas entre sí pero combinadas,
estaremos mejor dispuestos a aceptar un rango de discrepancias que
sólo se detengan frente a quien se debe establecer el límite: los
perpetradores y sus cómplices.
y para que estos días no sean un feriado largo más....
El poder de la memoria
Por Alejandro Kaufman / Ensayista, docente y crítico cultural
Son inevitables las diferencias y debates sobre conmemoraciones,
modalidades y relatos de la memoria y el testimonio. El modo en que
todo ello interviene en la construcción de los sitios de memoria no
puede ser unánime. No sólo se nos demanda tomar partido entre esas
diferencias. También se nos solicita establecer formas de convivencia
en y con esas dolorosas diferencias, crear alternativas
conversacionales que no incidan en la discordia y la remoción de las
heridas, sino en una actitud de reparación siempre pendiente e
imposible en última instancia. Las diferencias están atravesadas por
vectores divergentes: las instituciones políticas y estatales no
pueden sino sustentarse en las mejores opciones que estén a su
alcance. No debería admitirse un protagonismo de las diferencias
alrededor de los sitios de memoria y las conmemoraciones, salvo in
extremis. En general todos estos años se lo ha logrado pero nada
garantiza que sin un cuidado consecuente no caigamos en el riesgo de
profanar lo mismo que intentamos salvar si en los modos de discutir
perdemos el sentido de lo que está en juego. Las instituciones
estatales y políticas requieren legitimarse en la memoria, y eso es lo
que les exigimos. No podemos después desconocer lo inevitable de las
divergencias. En las disputas no es la memoria aquello que en realidad
se dirime, sino el poder, la supremacía. Es otro el terreno donde
habita aquello que importa, más allá de la política y sin perjuicio
del compromiso con ella, en lo irreductible del testimonio, en el
orden íntimo (que no es sino del común) del duelo irrealizado. Eso es
lo que debe ser respetado, aun más allá de los resultados mejores o
peores que la sociedad alcance para establecer un suelo habitable. En
suma, si admitimos esas instancias extrañas entre sí pero combinadas,
estaremos mejor dispuestos a aceptar un rango de discrepancias que
sólo se detengan frente a quien se debe establecer el límite: los
perpetradores y sus cómplices.
viernes, 21 de marzo de 2014
La Memoria en Cuestión: para reflexionar...
Los invito para que vayan...
Esta tarde continúa LA MEMORIA EN CUESTIÖN
en el C.C. María Castaña. Tucumán 260
19:00Hs. CHARLA ABIERTA con Ma.Teresa Andruetto, Rafael Reyeros y
miembros de Balbuceandoteatro.
De la Novela "La mujer en Cuestiión" de Ma. Teresa Andruetto, a la
puesta en escena "Dirái nadie la ultima palabra", de Rafael Reyeros.
De paso, pueden disfrutar la Muestra Retrospectiva sobre escenografía
y vestuario de Reyeros... Los esperamos!!!
Esta tarde continúa LA MEMORIA EN CUESTIÖN
en el C.C. María Castaña. Tucumán 260
19:00Hs. CHARLA ABIERTA con Ma.Teresa Andruetto, Rafael Reyeros y
miembros de Balbuceandoteatro.
De la Novela "La mujer en Cuestiión" de Ma. Teresa Andruetto, a la
puesta en escena "Dirái nadie la ultima palabra", de Rafael Reyeros.
De paso, pueden disfrutar la Muestra Retrospectiva sobre escenografía
y vestuario de Reyeros... Los esperamos!!!
jueves, 20 de marzo de 2014
Para leer, pensar y difundir...
Creo que es una buena hora de empezar a pensar (nos) intentando aunar
esfuerzos, conocimientos, voluntades para propiciar cambios que nos
beneficien a todos.
Por esto aplaudo esta iniciativa...
e invita a sumarse...
El rol del intelectual, del activista, del agitador es ser un SUJETO
CRITICO y a esto invita este MANIFIESTO.
Por una nueva imaginación social y política en América Latina (Manifiesto)
Reconocer que los seres humanos hacemos nuestra propia historia en
circunstancias que no hemos escogido implica asumir el desafío de
construir y darle potencia a voces que procuren intervenir en lo que
será nuestro futuro. Urge contribuir a edificar nuevas formas de la
imaginación porque nuestras economías y nuestras políticas son una
encarnación de las coacciones que aceptamos como límites de nuestros
pensamientos y aspiraciones. Traspasar las fronteras instituidas,
socavar los cimientos sobre los que se erigen las desigualdades
contemporáneas, es un desafío colectivo al que deseamos contribuir.
Reconocer que una gran parte de nuestros linajes teóricos, con
epicentro en el viejo mundo, son a la vez indispensables e inadecuados
para los mundos que vivimos, nos impulsa a multiplicar las redes
latinoamericanas y a intensificar los esfuerzos para consolidar una
geopolítica del conocimiento sur-sur. Conocimientos que no reniegan de
muchos de los aportes decisivos de Occidente pero, al buscar un
descentramiento, rechazan toda pretensión de jerarquía y preeminencia.
El conocimiento no sólo es situado sino que es terreno de innumerables
disputas y tiene efectos constitutivos en el mundo.
Somos plenamente conscientes de las actuales tensiones económicas,
sociales y políticas que atraviesan América Latina y nos encontramos
heterogéneamente enredadas en ellas. No podría ser de otro modo, ya
que renunciamos a forzar una idea uniforme de nuestra región. La
potencia política de América Latina no emanará de limitar la
conceptualización de nuestra heterogeneidad. Necesitamos multiplicar
las articulaciones sin ninguna fantasmagoría unificante. Nuestra
apuesta, por tanto, es por un pluralismo contextual situado como una
alternativa a los relativismos absolutistas y los totalitarismos
hegemónicos. Aunque las definiciones dominantes tienden a sedimentarse
y a menudo escapan del orden de lo discutible, los incesantes cambios
acicatean los trabajos de la imaginación social.
De hecho, el siglo pasado se cerró en un momento especialmente
calamitoso para nuestra región, dominada por el neoliberalismo que
vino a desarmar algunos de los logros de nuestras sociedades. Con
diferencias entre uno y otro contexto, puede afirmarse que el
post-neoliberalismo ha sido una nueva tendencia en varios países de la
región. Si bien en ciertos países el neoliberalismo mantiene intacta
su hegemonía cultural, también es cierto que en otros países ha
entrado en crisis. No usamos ese término porque se hubieran revertido
las políticas neoliberales en el continente, sino porque su coacción
imaginaria -que contraindicaba reclamos de clases, políticas sociales
universales, nacionalizaciones y estatizaciones, regulaciones
públicas- entró en crisis como única referencia a partir de la cual un
discurso público podía pretender audibilidad.
Sin embargo, no compartimos tampoco una misma mirada acerca de los
"nuevos gobiernos" o el llamado "giro a la izquierda" sudamericano, ni
creemos importante esforzarnos por hallar esa mirada compartida.
Cualquier logro en mayor democracia efectiva, mayor soberanía, mayor
igualdad, mayor justicia nos resulta relevante, porque nos preocupa la
vida real de las personas concretas. Por ello, valoramos y defendemos
los complejos procesos históricos que sacuden sentidos comunes,
hegemonías culturales, y han hecho posible que un indio, una mujer o
un obrero hoy sean presidentes. No porque ellos no puedan equivocarse,
sino porque tienen el mismo derecho a acertar y a equivocarse que los
varones blancos.
Quienes escribimos este manifiesto hemos percibido de maneras
disímiles estos procesos. Nos unen, sin embargo, utopías de una
igualdad heterogénea, de una libertad no sólo individual sino de
colectividades, de una justicia no sólo como institución, sino como
una práctica permanente en la vida cotidiana. Y nos une la convicción
de que, para alcanzar igualdades, libertades y justicias, necesitamos
mirar, simultáneamente, los imbricados planos de marcaciones de clase,
de raza, de etnicidad, de género, de sexualidad, de generación y de
lugares. Los modos específicos en que se entrecruzan en cada contexto
local, regional o nacional y sus espectros también presentes en
nuestras universidades.
La clase, convertida en un fetiche, secuestró los debates
intelectuales en América Latina durante varias décadas, pero hoy
observamos con preocupación que el descentramiento y su
desestabilización como agente prioritario ha conducido a una amnesia
de la misma y a minimizar su potencia teórica. En un contexto de
hegemonía capitalista a lo largo de todo el planeta, la reflexión
sobre las clases sociales sigue siendo urgente bajo la premisa de su
involucramiento con otros factores sociales y su inevitable
contextualización. No ser deterministas no implica evadir de modo
persistente las tendencias y articulaciones históricas concretas, ni
desconocer la existencia de confrontaciones que aluden a lenguajes
sociales, que corren el riesgo de ser actualmente los clivages
negados.
El capitalismo sigue siendo un sistema que genera desigualdad y
explotación social, que no respeta nada ni a nadie en su voluntad de
expandirse, se alimenta de la violencia y el exterminio de gentes y
entornos naturales, instalando subjetividades frívolas basadas en el
consumo y en simulacros de todo tipo. Sin embargo, hoy el capitalismo
se legitima con la máxima de que la producción y el extractivismo a
gran escala son los únicos medios para mejorar la distribución. Es
peligroso observar cómo dicho precepto está llegando a naturalizarse.
Las miserias cotidianas en América Latina contribuyen paradójicamente
a hacer permeable toda épica productivista y extractivista. Es
evidente que dicha narrativa es de un cortoplacismo pasmoso. Es cierto
que el aumento de los productos exportables puede arrojar algunos
beneficios desiguales en las sociedades. Incluso es cierto que si
perspectivas neodesarrollistas acentúan políticas redistributivas
efectivas los beneficios inmediatos para muchas familias pueden ser
significativos. Sin embargo, negar que el productivismo y el
extractivismo, con su invisibilización de los efectos ambientales,
sociales y culturales, constituyen una nefasta ideología implica
resignarse o celebrar los límites de la imaginación política
contemporánea.
Esos límites implican creer que la justicia y la igualdad son
exclusivamente un problema económico, cuando no puede haber mayor
igualdad sin una revolución en las relaciones de clases, en los modos
de clasificar a los miembros de nuestras sociedades en términos de
sexo y género, en términos de raza y etnicidad, en términos de
territorios y tradiciones. Hasta tanto no haya una redistribución del
poder y de la imaginación social acerca de las posibilidades de acceso
al poder, los enormes y sacrificados logros que nuestras sociedades
puedan obtener estarán acotados y serán más vulnerables.
Así, los procesos de exclusión no podemos limitarlos a dimensiones
estrictamente económicas o de derechos políticos, dado que
comprendemos la sociedad a través de los anudamientos de los
significados de las materialidades, las economías de los deseos, las
frustraciones y las humillaciones. A nuestro juicio, las distinciones
tan habituales entre las dimensiones o esferas -económica, política,
social, sexual, cultural- pueden ser consideradas más o menos útiles a
la hora de los análisis. Pero es muy evidente que en la vida social
estas dimensiones se encuentran imbricadas. El género es también
economía; el nivel de ingresos está racializado en nuestros países; la
clase es una forma de vida.
Por tanto, para abordar estos procesos de exclusión no son suficientes
discursos de la "inclusión" que parcelan el mundo en particularismos y
políticas de la identidad fragmentadas que no toman distancia crítica
del socavamiento de la potencialidad de las movilizaciones políticas
conjuntas debido a las prácticas desarticuladoras que se han
objetivado en marcos institucionales y de reconocimiento de derechos.
Las frustraciones de la modernidad eurocentrada que han sido
evidenciadas en las últimas décadas han derivado en una serie de
apologías a opciones anti-modernas donde indianidades orientalizadas
aparecen como salvadores nativos ecológicos y transparentes garantes
de privilegios epistémicos y políticos. No puede imaginarse un
proyecto democrático que no sea constituido por las perspectivas que
han sido subalternizadas por los modelos autoritarios de modernidad,
pero las modernidades son mucho más densas y heterogéneas de lo que
aparece en las narrativas anti modernas que hoy circulan. Estas
desconocen no solo cómo las modernidades son sus condiciones de
posibilidad, sino también el horizonte mismo de la 'política' y de la
'utopía'. Más que narrativas que desechan ilusoriamente y de tajo una
supuesta modernidad monolítica, necesitamos que las atrocidades
civilizadoras que se han impuesto en nombre de la modernidad, no nos
lleven a la simplificación de invisibilizar sus contradicciones y
potencialidades.
En nuestros mundos académicos se percibe la reemergencia de una
asepsia cientificista, que pone el énfasis en la productividad, los
índices y otras formas de cuantificación como si tales mecanismos
validaran las sospechas de una abstención respecto de las políticas de
la teoría y los procesos de transformación social. En sus antípodas se
erige una epistemología populista que idealiza los sujetos sociales,
abdicando el análisis situado de sus contradicciones y legitimando
descontextualizadamente el habla de los subalternos. Una política de
la teoría construida desde la periferia requiere de un contextualismo
radical que no rinda homenaje ni a la despolitización ni al amor
acrítico. Un contextualismo radical que no acate ni desoiga a priori
lo que distintos movimientos sociales proponen, sino que se tome
tiempo para tomar en serio sus reclamos, para entender qué demandan,
por qué y con qué efectos.
Frente a las asfixias de las narrativas teleológicas del pasado que
juran certeza de sus propios pronósticos, se ha instalado la moda que
coloca en el trono a la incertidumbre y a una concepción de la
contingencia que se confunde con el puro azar. Resulta crucial asumir
que los derroteros sociales y políticos no son naturales ni
necesarios, pero tampoco descarnadamente arbitrarios. Allí la noción
de "contingencia" realiza una contribución decisiva que no se confunde
con el indeterminismo. El entierro de las nociones de causalidad
mecánicas no puede trasladar al basurero de la historia la noción de
que los contextos establecen un límite de lo posible, así como
instituyen modalidades hegemónicas de confrontación.
El entusiasmo que desató el llamado "giro cultural" de fines del siglo
XX, habilitó el pasaje del viejo reduccionismo economicista a un
festín de símbolos desustancializados de un nuevo culturalismo. Este
reduccionismo a lo cultural dejó de lado la estrecha relación de la
significación con la organización de la vida económica y las prácticas
políticas. La esterilidad de esta desvinculación confunde una
distinción analítica con una distinción ontológica. La clave del
estudio de lo cultural está en la búsqueda de las conexiones e
influencias de todos los factores de la vida social. El problema es
que muchas veces las políticas culturales quedan atrapadas entre una
visión sustancialista del arte que lo propone como salvación
incuestionable a los vacíos espirituales de la contemporaneidad y una
visión instrumentalista que solo intenta medir su impacto económico y
sus efectos sociales. El arte y las prácticas simbólicas tienen la
valiosa potencialidad de poner en cuestión imaginarios socialmente
asentados, aunque no debe olvidarse que también pueden ser vehículos
de reificaciones y cerramientos estetizantes.
Los lenguajes del poder son múltiples e intervienen diferencialmente.
Pero lo cierto es que las lógicas del sentido común son abordadas,
socavadas, enfrentadas no sólo por grandes discursos y grandes obras,
sino por el arte, la música, las historias locales, por silencios, por
la quietud, por miradas desviadas. Si bien las metáforas teleológicas
son muy antiguas, invitan a pensar hacia adelante. Tornan inaudibles
las voces de los nostálgicos, de aquellos que sienten en sus cuerpos
que todo tiempo pasado fue mejor. Nosotros escogemos mirar hacia atrás
pero no con el deseo de regresar. No porque creamos en alguna dura
linealidad de la historia. No porque pensemos que exista algún tipo de
evolución necesaria. No porque, en sus contextos, no podamos valorar
los logros que muchas de nuestras sociedades han obtenido. Sino
simplemente porque sabemos que la historia es cambio y que la
nostalgia es sólo un modo de intervención para configurar futuros
inexorablemente específicos.
La hendidura que erosione esta dicotomía pretende comprender las
diferencias contextuales. Necesitamos transformar los horizontes del
debate, los límites sedimentados de los modos convencionales de
conceptualizar y articular lo social a una nueva imaginación política
y social radicalmente contextual de América Latina. Necesitamos
confluir y enredarnos con todos aquellos que desde las movilizaciones
sociales y las organizaciones políticas, las instituciones
universitarias y las diversas formas de producción de conocimiento,
trabajan cotidianamente para desestabilizar las certezas de lo
inevitable, del cinismo paralizante, en aras de ampliar las fronteras
de lo pensable, de lo decible, de lo que es dado hacer y transformar.
Multiplicar y potenciar esas capacidades y esas vinculaciones para la
construcción de un poder que despliegue una imaginación instituyente,
que potencie nuestro sur con otros sures apuntalando las
construcciones cotidianas e institucionales de mayor igualdad,
democracia sustantiva y justicia social.
19 de marzo de 2014
Karina Bidaseca (IDAES, Universidad Nacional de San Martín, Argentina)
Alejandro Grimson (IDAES, Universidad Nacional de San Martín, Argentina)
Eduardo Nivón Bolán (Universidad Autónoma Metropolitana, Iztapalapa, México)
Mareia Quintero (Universidad de Puerto Rico)
Eduardo Restrepo (Universidad Javeriana, Colombia)
Víctor Vich (Pontificia Universidad Católica- IEP, Perú)
***
Juan Ricardo Aparicio (Universidad de los Andes, Colombia)
Alba Elena Ávila González (Universidad Autónoma
Metropolitana-Iztapalapa, México)
Angélica Bautista López (Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, México)
Federico Besserer (Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, México)
Diana Bocarejo (Universidad del Rosario, Colombia)
Claudia Briones (Instituto de Investigaciones en Diversidad Cultural y
Procesos de Cambio-UNRN/CONICET, Argentina)
Santiago Castro (Universidad Javeriana, Colombia)
Claudia de Lima Costa (Universidade Federal de Santa Catarina, Brasil)
Marisol de la Cadena (Universidad de Davis, EEUU)
Alejandro de Oto (INCIHUSA- CCT MENDOZA- CONICET, Argentina)
Mayra Chávez Courtoise (Instituto de Perinatología, México)
Francesca Denegri (Pontificia Univeridad Católica del Perú)
André Dorcé Ramos (Universidad Autónoma Metropolitana-Cuajimalpa, México)
David Durand Ato (Escuela Nacional Superior de Bellas Artes del Perú)
Tomás Ejea Mendoza (Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco, México)
Arturo Escobar (Universidad de Carolina del Norte-Chapel Hill, EEUU)
Alexandra Hibbett (Pontificia Univeridad Católica del Perú)
Liliana López Borbón (Universidad de la Comunicación, México)
Felix Lossio Chavez (Universidad de Newcastle, Reino Unido)
Dorian Lugo (Universidad de Puerto Rico)
Fanni Muñoz (Pontificia Universidad Católica- IEP, Perú)
Raúl Nieto Calleja (Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, México)
Ángel G. Quintero (Centro de Investigaciones Sociales, Universidad de
Puerto Rico)
Rossana Reguillo (ITESO, México)
Malena Rodríguez Castro (Universidad de Puerto Rico)
María Graciela Rodríguez (IDAES, Universidad Nacional de San Martín, Argentina)
Gustavo Lins Ribeiro (Universidade de Brasília)
Axel Rojas (Universidad del Cauca, Colombia)
Ana Rosas Mantecón (Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, México)
Pablo Sandoval (Instituto de Estudios Peruanos)
Delia Sánchez Bonilla (Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, México)
Marta Sierra (Kenyon College, US)
Ricardo Soto (Universidad Nacional del Centro del Perú, Huancayo)
Maritza Urteaga Castro Pozo (Escuela Nacional de Antropología e
Historia, México)
Rosalía Winocur Iparraguirre (Universidad Autónoma
Metropolitana-Xochimilco, México)
esfuerzos, conocimientos, voluntades para propiciar cambios que nos
beneficien a todos.
Por esto aplaudo esta iniciativa...
e invita a sumarse...
El rol del intelectual, del activista, del agitador es ser un SUJETO
CRITICO y a esto invita este MANIFIESTO.
Por una nueva imaginación social y política en América Latina (Manifiesto)
Reconocer que los seres humanos hacemos nuestra propia historia en
circunstancias que no hemos escogido implica asumir el desafío de
construir y darle potencia a voces que procuren intervenir en lo que
será nuestro futuro. Urge contribuir a edificar nuevas formas de la
imaginación porque nuestras economías y nuestras políticas son una
encarnación de las coacciones que aceptamos como límites de nuestros
pensamientos y aspiraciones. Traspasar las fronteras instituidas,
socavar los cimientos sobre los que se erigen las desigualdades
contemporáneas, es un desafío colectivo al que deseamos contribuir.
Reconocer que una gran parte de nuestros linajes teóricos, con
epicentro en el viejo mundo, son a la vez indispensables e inadecuados
para los mundos que vivimos, nos impulsa a multiplicar las redes
latinoamericanas y a intensificar los esfuerzos para consolidar una
geopolítica del conocimiento sur-sur. Conocimientos que no reniegan de
muchos de los aportes decisivos de Occidente pero, al buscar un
descentramiento, rechazan toda pretensión de jerarquía y preeminencia.
El conocimiento no sólo es situado sino que es terreno de innumerables
disputas y tiene efectos constitutivos en el mundo.
Somos plenamente conscientes de las actuales tensiones económicas,
sociales y políticas que atraviesan América Latina y nos encontramos
heterogéneamente enredadas en ellas. No podría ser de otro modo, ya
que renunciamos a forzar una idea uniforme de nuestra región. La
potencia política de América Latina no emanará de limitar la
conceptualización de nuestra heterogeneidad. Necesitamos multiplicar
las articulaciones sin ninguna fantasmagoría unificante. Nuestra
apuesta, por tanto, es por un pluralismo contextual situado como una
alternativa a los relativismos absolutistas y los totalitarismos
hegemónicos. Aunque las definiciones dominantes tienden a sedimentarse
y a menudo escapan del orden de lo discutible, los incesantes cambios
acicatean los trabajos de la imaginación social.
De hecho, el siglo pasado se cerró en un momento especialmente
calamitoso para nuestra región, dominada por el neoliberalismo que
vino a desarmar algunos de los logros de nuestras sociedades. Con
diferencias entre uno y otro contexto, puede afirmarse que el
post-neoliberalismo ha sido una nueva tendencia en varios países de la
región. Si bien en ciertos países el neoliberalismo mantiene intacta
su hegemonía cultural, también es cierto que en otros países ha
entrado en crisis. No usamos ese término porque se hubieran revertido
las políticas neoliberales en el continente, sino porque su coacción
imaginaria -que contraindicaba reclamos de clases, políticas sociales
universales, nacionalizaciones y estatizaciones, regulaciones
públicas- entró en crisis como única referencia a partir de la cual un
discurso público podía pretender audibilidad.
Sin embargo, no compartimos tampoco una misma mirada acerca de los
"nuevos gobiernos" o el llamado "giro a la izquierda" sudamericano, ni
creemos importante esforzarnos por hallar esa mirada compartida.
Cualquier logro en mayor democracia efectiva, mayor soberanía, mayor
igualdad, mayor justicia nos resulta relevante, porque nos preocupa la
vida real de las personas concretas. Por ello, valoramos y defendemos
los complejos procesos históricos que sacuden sentidos comunes,
hegemonías culturales, y han hecho posible que un indio, una mujer o
un obrero hoy sean presidentes. No porque ellos no puedan equivocarse,
sino porque tienen el mismo derecho a acertar y a equivocarse que los
varones blancos.
Quienes escribimos este manifiesto hemos percibido de maneras
disímiles estos procesos. Nos unen, sin embargo, utopías de una
igualdad heterogénea, de una libertad no sólo individual sino de
colectividades, de una justicia no sólo como institución, sino como
una práctica permanente en la vida cotidiana. Y nos une la convicción
de que, para alcanzar igualdades, libertades y justicias, necesitamos
mirar, simultáneamente, los imbricados planos de marcaciones de clase,
de raza, de etnicidad, de género, de sexualidad, de generación y de
lugares. Los modos específicos en que se entrecruzan en cada contexto
local, regional o nacional y sus espectros también presentes en
nuestras universidades.
La clase, convertida en un fetiche, secuestró los debates
intelectuales en América Latina durante varias décadas, pero hoy
observamos con preocupación que el descentramiento y su
desestabilización como agente prioritario ha conducido a una amnesia
de la misma y a minimizar su potencia teórica. En un contexto de
hegemonía capitalista a lo largo de todo el planeta, la reflexión
sobre las clases sociales sigue siendo urgente bajo la premisa de su
involucramiento con otros factores sociales y su inevitable
contextualización. No ser deterministas no implica evadir de modo
persistente las tendencias y articulaciones históricas concretas, ni
desconocer la existencia de confrontaciones que aluden a lenguajes
sociales, que corren el riesgo de ser actualmente los clivages
negados.
El capitalismo sigue siendo un sistema que genera desigualdad y
explotación social, que no respeta nada ni a nadie en su voluntad de
expandirse, se alimenta de la violencia y el exterminio de gentes y
entornos naturales, instalando subjetividades frívolas basadas en el
consumo y en simulacros de todo tipo. Sin embargo, hoy el capitalismo
se legitima con la máxima de que la producción y el extractivismo a
gran escala son los únicos medios para mejorar la distribución. Es
peligroso observar cómo dicho precepto está llegando a naturalizarse.
Las miserias cotidianas en América Latina contribuyen paradójicamente
a hacer permeable toda épica productivista y extractivista. Es
evidente que dicha narrativa es de un cortoplacismo pasmoso. Es cierto
que el aumento de los productos exportables puede arrojar algunos
beneficios desiguales en las sociedades. Incluso es cierto que si
perspectivas neodesarrollistas acentúan políticas redistributivas
efectivas los beneficios inmediatos para muchas familias pueden ser
significativos. Sin embargo, negar que el productivismo y el
extractivismo, con su invisibilización de los efectos ambientales,
sociales y culturales, constituyen una nefasta ideología implica
resignarse o celebrar los límites de la imaginación política
contemporánea.
Esos límites implican creer que la justicia y la igualdad son
exclusivamente un problema económico, cuando no puede haber mayor
igualdad sin una revolución en las relaciones de clases, en los modos
de clasificar a los miembros de nuestras sociedades en términos de
sexo y género, en términos de raza y etnicidad, en términos de
territorios y tradiciones. Hasta tanto no haya una redistribución del
poder y de la imaginación social acerca de las posibilidades de acceso
al poder, los enormes y sacrificados logros que nuestras sociedades
puedan obtener estarán acotados y serán más vulnerables.
Así, los procesos de exclusión no podemos limitarlos a dimensiones
estrictamente económicas o de derechos políticos, dado que
comprendemos la sociedad a través de los anudamientos de los
significados de las materialidades, las economías de los deseos, las
frustraciones y las humillaciones. A nuestro juicio, las distinciones
tan habituales entre las dimensiones o esferas -económica, política,
social, sexual, cultural- pueden ser consideradas más o menos útiles a
la hora de los análisis. Pero es muy evidente que en la vida social
estas dimensiones se encuentran imbricadas. El género es también
economía; el nivel de ingresos está racializado en nuestros países; la
clase es una forma de vida.
Por tanto, para abordar estos procesos de exclusión no son suficientes
discursos de la "inclusión" que parcelan el mundo en particularismos y
políticas de la identidad fragmentadas que no toman distancia crítica
del socavamiento de la potencialidad de las movilizaciones políticas
conjuntas debido a las prácticas desarticuladoras que se han
objetivado en marcos institucionales y de reconocimiento de derechos.
Las frustraciones de la modernidad eurocentrada que han sido
evidenciadas en las últimas décadas han derivado en una serie de
apologías a opciones anti-modernas donde indianidades orientalizadas
aparecen como salvadores nativos ecológicos y transparentes garantes
de privilegios epistémicos y políticos. No puede imaginarse un
proyecto democrático que no sea constituido por las perspectivas que
han sido subalternizadas por los modelos autoritarios de modernidad,
pero las modernidades son mucho más densas y heterogéneas de lo que
aparece en las narrativas anti modernas que hoy circulan. Estas
desconocen no solo cómo las modernidades son sus condiciones de
posibilidad, sino también el horizonte mismo de la 'política' y de la
'utopía'. Más que narrativas que desechan ilusoriamente y de tajo una
supuesta modernidad monolítica, necesitamos que las atrocidades
civilizadoras que se han impuesto en nombre de la modernidad, no nos
lleven a la simplificación de invisibilizar sus contradicciones y
potencialidades.
En nuestros mundos académicos se percibe la reemergencia de una
asepsia cientificista, que pone el énfasis en la productividad, los
índices y otras formas de cuantificación como si tales mecanismos
validaran las sospechas de una abstención respecto de las políticas de
la teoría y los procesos de transformación social. En sus antípodas se
erige una epistemología populista que idealiza los sujetos sociales,
abdicando el análisis situado de sus contradicciones y legitimando
descontextualizadamente el habla de los subalternos. Una política de
la teoría construida desde la periferia requiere de un contextualismo
radical que no rinda homenaje ni a la despolitización ni al amor
acrítico. Un contextualismo radical que no acate ni desoiga a priori
lo que distintos movimientos sociales proponen, sino que se tome
tiempo para tomar en serio sus reclamos, para entender qué demandan,
por qué y con qué efectos.
Frente a las asfixias de las narrativas teleológicas del pasado que
juran certeza de sus propios pronósticos, se ha instalado la moda que
coloca en el trono a la incertidumbre y a una concepción de la
contingencia que se confunde con el puro azar. Resulta crucial asumir
que los derroteros sociales y políticos no son naturales ni
necesarios, pero tampoco descarnadamente arbitrarios. Allí la noción
de "contingencia" realiza una contribución decisiva que no se confunde
con el indeterminismo. El entierro de las nociones de causalidad
mecánicas no puede trasladar al basurero de la historia la noción de
que los contextos establecen un límite de lo posible, así como
instituyen modalidades hegemónicas de confrontación.
El entusiasmo que desató el llamado "giro cultural" de fines del siglo
XX, habilitó el pasaje del viejo reduccionismo economicista a un
festín de símbolos desustancializados de un nuevo culturalismo. Este
reduccionismo a lo cultural dejó de lado la estrecha relación de la
significación con la organización de la vida económica y las prácticas
políticas. La esterilidad de esta desvinculación confunde una
distinción analítica con una distinción ontológica. La clave del
estudio de lo cultural está en la búsqueda de las conexiones e
influencias de todos los factores de la vida social. El problema es
que muchas veces las políticas culturales quedan atrapadas entre una
visión sustancialista del arte que lo propone como salvación
incuestionable a los vacíos espirituales de la contemporaneidad y una
visión instrumentalista que solo intenta medir su impacto económico y
sus efectos sociales. El arte y las prácticas simbólicas tienen la
valiosa potencialidad de poner en cuestión imaginarios socialmente
asentados, aunque no debe olvidarse que también pueden ser vehículos
de reificaciones y cerramientos estetizantes.
Los lenguajes del poder son múltiples e intervienen diferencialmente.
Pero lo cierto es que las lógicas del sentido común son abordadas,
socavadas, enfrentadas no sólo por grandes discursos y grandes obras,
sino por el arte, la música, las historias locales, por silencios, por
la quietud, por miradas desviadas. Si bien las metáforas teleológicas
son muy antiguas, invitan a pensar hacia adelante. Tornan inaudibles
las voces de los nostálgicos, de aquellos que sienten en sus cuerpos
que todo tiempo pasado fue mejor. Nosotros escogemos mirar hacia atrás
pero no con el deseo de regresar. No porque creamos en alguna dura
linealidad de la historia. No porque pensemos que exista algún tipo de
evolución necesaria. No porque, en sus contextos, no podamos valorar
los logros que muchas de nuestras sociedades han obtenido. Sino
simplemente porque sabemos que la historia es cambio y que la
nostalgia es sólo un modo de intervención para configurar futuros
inexorablemente específicos.
La hendidura que erosione esta dicotomía pretende comprender las
diferencias contextuales. Necesitamos transformar los horizontes del
debate, los límites sedimentados de los modos convencionales de
conceptualizar y articular lo social a una nueva imaginación política
y social radicalmente contextual de América Latina. Necesitamos
confluir y enredarnos con todos aquellos que desde las movilizaciones
sociales y las organizaciones políticas, las instituciones
universitarias y las diversas formas de producción de conocimiento,
trabajan cotidianamente para desestabilizar las certezas de lo
inevitable, del cinismo paralizante, en aras de ampliar las fronteras
de lo pensable, de lo decible, de lo que es dado hacer y transformar.
Multiplicar y potenciar esas capacidades y esas vinculaciones para la
construcción de un poder que despliegue una imaginación instituyente,
que potencie nuestro sur con otros sures apuntalando las
construcciones cotidianas e institucionales de mayor igualdad,
democracia sustantiva y justicia social.
19 de marzo de 2014
Karina Bidaseca (IDAES, Universidad Nacional de San Martín, Argentina)
Alejandro Grimson (IDAES, Universidad Nacional de San Martín, Argentina)
Eduardo Nivón Bolán (Universidad Autónoma Metropolitana, Iztapalapa, México)
Mareia Quintero (Universidad de Puerto Rico)
Eduardo Restrepo (Universidad Javeriana, Colombia)
Víctor Vich (Pontificia Universidad Católica- IEP, Perú)
***
Juan Ricardo Aparicio (Universidad de los Andes, Colombia)
Alba Elena Ávila González (Universidad Autónoma
Metropolitana-Iztapalapa, México)
Angélica Bautista López (Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, México)
Federico Besserer (Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, México)
Diana Bocarejo (Universidad del Rosario, Colombia)
Claudia Briones (Instituto de Investigaciones en Diversidad Cultural y
Procesos de Cambio-UNRN/CONICET, Argentina)
Santiago Castro (Universidad Javeriana, Colombia)
Claudia de Lima Costa (Universidade Federal de Santa Catarina, Brasil)
Marisol de la Cadena (Universidad de Davis, EEUU)
Alejandro de Oto (INCIHUSA- CCT MENDOZA- CONICET, Argentina)
Mayra Chávez Courtoise (Instituto de Perinatología, México)
Francesca Denegri (Pontificia Univeridad Católica del Perú)
André Dorcé Ramos (Universidad Autónoma Metropolitana-Cuajimalpa, México)
David Durand Ato (Escuela Nacional Superior de Bellas Artes del Perú)
Tomás Ejea Mendoza (Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco, México)
Arturo Escobar (Universidad de Carolina del Norte-Chapel Hill, EEUU)
Alexandra Hibbett (Pontificia Univeridad Católica del Perú)
Liliana López Borbón (Universidad de la Comunicación, México)
Felix Lossio Chavez (Universidad de Newcastle, Reino Unido)
Dorian Lugo (Universidad de Puerto Rico)
Fanni Muñoz (Pontificia Universidad Católica- IEP, Perú)
Raúl Nieto Calleja (Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, México)
Ángel G. Quintero (Centro de Investigaciones Sociales, Universidad de
Puerto Rico)
Rossana Reguillo (ITESO, México)
Malena Rodríguez Castro (Universidad de Puerto Rico)
María Graciela Rodríguez (IDAES, Universidad Nacional de San Martín, Argentina)
Gustavo Lins Ribeiro (Universidade de Brasília)
Axel Rojas (Universidad del Cauca, Colombia)
Ana Rosas Mantecón (Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, México)
Pablo Sandoval (Instituto de Estudios Peruanos)
Delia Sánchez Bonilla (Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, México)
Marta Sierra (Kenyon College, US)
Ricardo Soto (Universidad Nacional del Centro del Perú, Huancayo)
Maritza Urteaga Castro Pozo (Escuela Nacional de Antropología e
Historia, México)
Rosalía Winocur Iparraguirre (Universidad Autónoma
Metropolitana-Xochimilco, México)
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