lunes, 14 de mayo de 2012

Una semana a puro cine en Cinèfilo: una estaciòn obligada en la cartografìa cultural de la aldea.


Programaciòn cinèfila para esta semana...
No dejeis pasar estas buenas propuestas que valen la pena


cinéfilo

Semana del 14/5 al 18/5

Funciones de Lunes a Viernes

Apertura: 20 hs. / Inicio de película: 20.30 hs.

 

Lunes 14/5

Con el sudor de vuestra frente. Películas en contra del trabajo

Érase una vez un mirlo silbador de Otar Iosseliani (Unión Soviética, 1970, 78')

 

Martes 15/5

Interludio clásico

Una mujer para dos de Ernst Lubitsch (EE.UU., 1933, 91')

 

El comienzo es en un ínfimo camalote de tren. Mientras Gary Cooper y Fredric March duermen una siesta, entra Miriam Hopkins y se pone a dibujarlos. Después, la mujer también se duerme y entonces los tipos se despiertan y le chusmean los dibujos. Está claro que a las películas conviene verlas, pero valga esta breve descripción para rescatar cómo escasos metros cuadrados y apenas un puñado de gestos y miradas le bastan a Lubitsch para coreografiar genialmente un encuentro. Un último dato sobre la escena es que saltan a la luz los oficios: el pintor (Grant), el dramaturgo (March) y la dibujante publicitaria (Hopkins). Luego una elipsis y cuando regresamos, Hopkins está metida de cabeza en amorío doble con pintor y dramaturgo. Edward Everett Horton, jefe de una agencia publicitaria, se suma como el tipo recatado que intenta salvarla de sendos artistas. Lo interesante es el resultado espacial de que mientras Grant está celoso de March y March de Grant y Horton se recorre la Paramount entera intentando disuadirlos a todos, la Hopkins busca actuar con naturalidad. Tiene razón: ¿qué son dos amantes? Su postura es ligeramente desplazada, pacífica, de chica distraída mirando ventanas mientras le exigen explicaciones morales. Tal actitud es la coartada de Lubitsch para aislar la frivolidad, la desproporción de la batalla librada a su alrededor por los tres tipos: un desfile de muecas a cuerpo completo, ruidos verbales, indignaciones que ponen en acción o paralizan. Inventa además un segundo espacio que empieza en un atestado estudio-cocina-comedor, pasa por un asolado búnker con servicio de cuarto y termina en una maratón ida y vuelta por cien peldaños. Por allí ascienden las carreras del pintor y el dramaturgo y les cambia el ánimo a la par de sus chances con la Hopkins, que en tanto se emplea como crítica y productora de ambos y seguramente piensa: ¿cuándo me dejarán de joder con los protocolos? Sorprendido ante tantas y tortuosas rutinas, Lubitsch toma media distancia y ríe. Martín Alvarez

 

Miércoles 16/5

Los viajes de Alexander. Foco Sokúrov

Taurus de Alexander Sokúrov (Rusia, 2001, 104')

Reposar, descansar, olvidar, tal vez morir. El último plano de Taurus es una mirada sobre un cielo plomizo -el mismo de todo el film- que se abre a la luz, a una pequeña luz. ¿Qué otra forma podría tener ese último día, esos últimos días de alguien ya inscripto en una historia que muchos quisieran olvidar? No es cómodo lo de Sokúrov, más lo hubiera sido emprenderla con Stalin, demasiado brutal y previsible, tanto que sólo le basta la secuencia en la que un fotógrafo pretende retratarlo en su capa blanca que contrasta fuertemente con el difuminado verde militar del afuera de esa magnífica villa del exilo: avanza hacia la cámara, retrocede, vuelve a avanzar, imposible sacar una foto, la misma imposibilidad que nos cuenta el cámara de Vertov en El último bolchevique; el miedo, ese que paraliza. Y tanto más fijarse en la figura de Trotski, demasiado excéntrico y volátil al vórtice del poder, despachado prontamente por Stalin cuando, al regalarle un bastón a Lenin le dice que falta la inscripción "de los alumnos a su maestro" o algo así, porque Trotski se había negado, al igual que probablemente se negaría al pedido de Lenin para que le suministren el veneno que termine con aquello que ya no parece ser una vida, al menos una vida que valga la pena ser vivida. Quedan, entonces, los recuerdos, los viejos cuentos de las abuelas y los soldados y los campesinos, cuentos acerca del sufrimiento y la guerra -Dostoievski sobrevolando la historia reciente, la de la Rusia de siempre- y la furia porque la revolución no es demasiado terminal, porque el pueblo, al parecer, necesita que lo violenten, por las hambrunas cada siete años, por los piojos, por los analfabetos, por esta enfermedad que impide multiplicar 17 x 22, por el encierro comunicacional y los destellos de lucidez, esa terrible lucidez murmurada en idioma alemán, desahogada en gritos, golpes y frases dictatoriales -"voy a despellejarte, cerdo finlandés". De alguna manera muy parecida a El Sol, no tanto por su relato sino por la forma que adquiere, no deben existir muchos films que nos permitan comprender qué significa haber detentado el poder -sobre todo el intelectual- de una de las mayores revoluciones del siglo pasado y encontrarse solo en una habitación pensando que, tal vez, fue lo mejor no haber tenido hijos ¿Qué tiene de malo pegarle unos buenos azotes a un demonio que se cree el centro del universo? Alguien espía, por una puerta entreabierta, esa frase. El espía no es, precisamente, un émulo de Freud, sino aquella que le dispensa una mirada tierna y lejana, una mirada de despedida, en el jardín donde Lenin mira el cielo de lo que resta de su vida. Fernando Pujato

Jueves 17/5

Estrenos argentinos

Noche sin fortuna. Un documental sobre Andrés Caicedo de Francisco Forbes y Alvaro Cifuentes (Argentina, 2010, 86')

 

Lo primero que sorprende es que la película está hecha por dos jóvenes, que por su edad, no pueden haber conocido a Caicedo en vida, ni formado parte del llamado GRUPO DE CALI, del cual Caicedo fue una especie de centro simbólico. Podríamos decir entonces, que los directores no gozan de esa "autoridad", o por lo menos, que van a contar una historia que le es ajena, que no protagonizaron, que tienen que salir a buscar. Uno podría imaginar que esta situación se traduce en una manera particular de abordar el relato: poner en perspectiva al personaje y su contexto, tomar distancia, para poder hacer una reflexión crítica, motivada por el paso del tiempo y por la conciencia del destino que les deparó los años vividos al límite. Pero no. Si bien Forbes y Cifuentes se encuentran con lo que quedó de esa generación y de los lugares que habitaron (uno puede ver y percibir las ruinas del tiempo de Caicedo en la cantidad de gente muerta, en lo desgastado y cansado del rostro y el relato de algunos personajes entrevistados) la película se instala en otro terreno, en el del mito, en el de la fascinación por un personaje que les parece extremadamente genial y misterioso. No interesa ya el grado de verdad ni el apego a la realidad que haya en la figura que se construye; interesa erigir una imagen, despareja brutal feroz exagerada, partiendo de los objetos que constituyen ese mito: anécdotas, cartas, guiones, música, cuentos, dudas, rumores. E interesa que el movimiento que encadena todos esos materiales goza de una actitud creativa, generada por el infinito amor al material. De este movimiento surgen momentos sublimes como el western/storyboard/animación basado en un guión que Caicedo nunca pudo mostrarle a Roger Corman. Y sobre todo interesa que la película invita a ver más, a escuchar más a leer más sobre Caicedo. Y a Caicedo. Ramiro Sonzini

 

Viernes 11/5

Ciclo:  El fin del mundo es el principio de una nueva era

20.30 hs. –  Película sorpresa

 





Y buen comienzo de semana que esperemos sea con frescor otoñal o seguirà el veranito en este mayo??

No hay comentarios.:

Publicar un comentario