viernes, 11 de marzo de 2011

Arranca Cinèfilo: una nueva temporada de un cine intenso, vital y nuevo.

Mas cine en la aldea, un lugar para despuntrar el vicio y practicar la cinefilia,
No dejen de pasarse,
comparto la invitaciòn ramiro y martìn...
 
--Este año arrancamos con todo, viernes 11 de marzo a las 21 hs. larga la primera proyección del año en Cinéfilo, nada más y nada menos que con la nueva película del coreano Hong Sang-soo.
A continuación una pequeña reseña de la peli.
 
Los esperamos en La Rueda...
 
 
 
Oki's movie, de Hong Sang-soo (2010)
 
Hong Sang-soo está maduro y filma una película de estudiantes. El triángulo amoroso clásico de su cine queda planteado esta vez entre dos estudiantes de cine y uno de los profesores. La mujer en disputa, nada menos que Oki, la del título, es lisamente olvidada por el primero de los cuatro cortos que contiene el film. Se trata, al mismo, tiempo, del que queda último en el tiempo real de la historia. Señalar ambos descuidos resulta irrelevante de no ser porque nos permite, caprichosamente quizá, inferir en qué lugar se encuentra hoy por hoy el cine de Hong: un espacio de soltura y despreocupación, de juego ligero, en combinación con un sobrio estilo formal en estado máximo de depuración y naturalidad.
¿Puede un hombre de tan sólo 50 años ser considerado un maestro del cine? Como ocurre con Manoel de Oliveira, el último film de Jacques Rivette y sobre todo con Eric Rohmer, Hong llega a un estado avanzado de su carrera con un desprejuiciado talento para la evidencia. Todo está a la vista en Oki's movie, incluido el propio método de Hong para concebir sus películas, procedimiento que por otra parte ni él mismo se tomaría demasiado en serio. Otro signo de maestría es la sensación más subjetiva de que Hong siempre obtiene, hasta del hecho más insignificante, una dosis de encanto, un instante de fulgor. Allí está por ejemplo la brevísima secuencia de viñetas al comienzo del film (¿había alguien antes captado mejor la dimensión de quietud impresa en una bici inmóvil?), allí está el prólogo al tercer corto con el profesor deambulando por la escuela vacía, allí está también esa poco importante sesión de preguntas y respuestas tras una proyección fílmica, rápidamente convertida en incomodidad y en uno de los momentos más divertidos de toda su obra.
Hong, sin embargo, es un maestro demasiado irónico, y este film sobre un par de estudiantes intentando aprender a hacer cine es también una forma de vaciamiento, un pequeño atentado contra la pedagogía del arte. La mejor secuencia de la película, un ataque de inquietudes lanzado al profesor por parte de los alumnos, que Hong coreografía mediante un sencillo trazado de paneos, esa escena es también la cifra delirante de una resignación: el absurdo de pretender comunicar con fidelidad suficiente cualquier acontecimiento del espíritu. Queda como estrategia relajarse a investigar las superficies, como, esta vez sí, enseña Hong Sang-soo con el último de los cortos.
 
 
 
 
CINEFILO BAR
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