miércoles, 3 de noviembre de 2010

Recomendación de tele para esta noche de ventisca y, según cuenta, lluvia.


Está online donde habita mi columna de tv por estos días hasta que El vernáculo vuelve a ser revista
y como está noche está bueno para ver tele les dejo esta recomendación hecha con pasión...

Para Vestir Santos nos desnuda la condición humana todos los miércoles

"Vea argentino que también es bueno y de calidad" decía el slogan con el que invitábamos a ver hace unos meses el unitario de Polka Para vestir santos en el momento de su estreno en la pantalla chica. Como vemos miércoles a miércoles, otra televisión es posible: cuando se tienen ganas y se arriesga con creatividad e inteligencia, se pueden hacer buenos productos. Y el espectador los mira gustoso, además de disfrutar y agradecer.
Pero quien no arriesga no gana y, por lo visto hasta ahora en 28 envíos del unitario de los miércoles, correr riesgos vale la pena. Volvemos sobre este programa en nuestra columna de televisión porque estamos convencidos de que hay algo que tiene Para Vestir Santos que nos muestra la dirección que puede llegar a tener cierta televisión que muchos espectadores ansían y reclaman. No tantos como los que esperan ver una y otra vez el striptease más comentado en los últimos tiempos, certificando que hay una actitud prostibularia en la tv que ya ha encontrado su nicho. A juzgar por los números del rating: cuando aparece alguno de estos elementos la barrera de los 30 puntos se supera ampliamente. Pero, no toda la culpa la tiene quien muestra sino también quién mira. Televisión prostibularia y actitud vouyerista han encontrado su lugar y en algún momento ahondaremos en el fenómeno que ya es una realidad concreta en nuestras pantallas nacionales.
Pero volviendo al unitario de Canal 13, creo que en él se han conjugado varias cuestiones que son dignas de rescatar para lograr una televisión de autor (categoría que ya deberíamos empezar a utilizar en algunos casos como éste).
La inclusión de gente proveniente de otros ámbitos que empiezan a dialogar e incorporar sus saberes al mundo de la televisión es un hecho sumamente positivo. Y aquí la incorporación de Javier Daulte al universo catódico confirma que es necesario absorber de otros terrenos para darle aires creativos y positivos al medio.
El cruce entre tv y teatro aquí resulta interesante y, por los resultados, parece que es un diálogo fecundo que con el correr de los capítulos se va afianzando cada vez más.
Los musicales del programa, que ya se convirtieron en marca registrada y que funcionan como elipsis narrativa de las historias, es una muestra de lo que con ideas, creatividad y ganas de trabajar se puede realizar.
Y para cerrar el comentario de esta serie (y aunque esté cerca de concluir), invitamos a todos a sumarse, no sólo porque habla de cuestiones existencialistas, sino porque además lo hace desde una mirada generacional que vale la pena.
Habla de las cosas que nos pasan, con el lenguaje que usamos cotidianamente e intenta, desde zonas de clivaje, indagar porqué nos cuesta tanto pero tanto encontrarnos, querernos y, en definitiva, compartir experiencias de vida.
Se interroga porqué nos cuesta encontrar la felicidad entre hombres y mujeres, describiendo cómo se nos va la vida en tratar de encontrar cosas que tenemos a la vuelta de la esquina y no vemos (o no queremos ver). Habla de nuestros miedos, de todo aquello que imposibilita que podamos vivir la magia del encuentro.
Por eso, un consejo de amigo: los miércoles no dejen de irse a dormir con las historias de las hermanitas más lindas que ha dado la tv nacional en años. Cada una de ellas representa una forma de ser que, si pensamos bien, habita nuestro propio ser. Todos somos, más allá o más acá, las hermanas San Juan (incluida La Conchuda).


Y a ver tele que es fantástica cuando esta bien hecha...

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